La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

'Operación Botavara' Cinco guardias civiles a juicio por narcotráfico

"Tenían chanchullos de droga, eran los reyes de Corralejo", asegura un testigo

Un testigo confirma que los agentes le ofrecieron un acuerdo para robar y vender estupefacientes

"Tenían chanchullos de droga, eran los reyes de Corralejo", asegura un testigo

En la operación Botavara, donde cinco guardias civiles están acusados de dirigir una organización criminal para introducir 841 kilos de hachís en Canarias, no existen "vicios de nulidad" ni "motivos espurios" en la investigación hecha por el Juzgado de Instrucción de Lanzarote, que luego remitió la causa a Fuerteventura al producirse el desembarco de la droga en esa Isla. "Tenían muchos chanchullos de drogas, eran los reyes de Corralejo", sostiene uno de los testigos interrogados ayer por el fiscal Antidroga de Las Palmas, Antonio Amor.

La Sección Segunda de la Audiencia, tras rechazar las cuestiones previas y los motivos de nulidad planteados por las defensas, no ha comenzado el juicio con el interrogatorio de los 13 acusados, como es habitual, sino con la declaración de los testigos, entre ellos tres jóvenes en los que se apoya el fiscal para incriminar a los agentes. Uno de ellos señala a los guardias civiles José Tomás C. M. y Yeray M. S. como los "cabecillas" de la trama.

El joven asegura que los agentes le propusieron a él y a dos amigos el robo de droga para luego venderla, pero se negaron y fueron detenidos sin motivo aparente (estaban fumándose un porro en las escaleras de una urbanización en la que se colaron).

Los tres chicos acabaron en los calabozos de Corralejo y dos fueron golpeados esa noche por José Tomás C. M. "Les tenía y les tengo miedo", añade el testigo, "no puedo volver a la Isla para ver a mi hija". El joven identifica al agente con el apodo de Heraclio, que es considerado por el fiscal como el cerebro de la trama. Agrega que rechazó la oferta de los agentes porque no se dedica a trapichear ni a robar.

Dos dientes rotos

Otro de los agredidos ha confirmado que fue arrestado sin motivo y pateado mientras dormía de noche en el suelo de los calabozos. "Me rompieron dos dientes", afirma este testigo, que sufrió un registro aparentemente injustificado de su domicilio. Esas medidas de presión, según el fiscal, estaban encaminadas a que colaborasen con los guardias civiles.

Las agresiones en los calabozos también fueron ratificadas por la tercera víctima de la controvertida detención. Este joven estaba en la misma celda que el muchacho pateado en la boca y vio la agresión a su amigo, pero aclara que él no fue golpeado. Ambos oyeron lamentos del otro amigo, que estaba en la celda contigua, pues pedía al agente que "parase" y éste le replicaba "eres un chivato".

El supuesto autor de la agresión, según estos testimonios, era José Tomás, quien les había propuesto entrar en una casa para robar un alijo de droga, golpe al que los chavales se negaron. Las sombras de ese relato, dada la actividad ilícita de los implicados, fueron explotadas por las defensas para cuestionar la veracidad de los hechos y del plan para hacerse con la droga.

El fiscal solicita entre 20 y 31 años y medio de cárcel para los principales acusados por los delitos de torturas, tráfico de drogas, organización criminal, amenazas, obstrucción a la justicia y falsedad continuada en documento oficial. Había un sexto agente investigado, pero se archivó la causa contra él y ayer declaró en calidad de testigo.

El fiscal apretó a este guardia civil en el interrogatorio, con la intención de acreditar que fue utilizado por David D. P. para eludir el control policial en el desembarco de la droga, pero la Audiencia recondujo el interrogatorio porque el agente no comparecía como imputado.

El testigo, a preguntas de las defensas, echó una mano a sus compañeros, sobre todo a David, con quien coincidió en una unidad anterior. "No sospeché nada porque es un gran profesional. En nuestra conversación no hay indicios de delito", opina sobre los mensajes que se intercambiaron esa madrugada del 21 de febrero de 2013.

Entre los wasaps hay fotos de los agentes con las pastillas del c hocolate tras la llegada de la zódiac, pero el testigo no pensó que su compañero se fuera a quedar con el hachís, sino que interpretó las imágenes como un éxito de su labor policial por dos motivos: previamente le había comunicado que iba a entrar una barca con hachís y le insistió en que informase a sus superiores. Lo mismo ocurrió con otra barquilla que apareció 20 o 30 días antes.

"Me dio hasta fiebre cuando leí la interpretación de los mensajes que hizo la Policía Judicial porque era muy retorcida y estuve imputado por eso", concluye el testigo.

Compartir el artículo

stats