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Opinión

Cien años del muelle de Gran Tarajal

En 2019 se conmemora el centenario del viejo puerto de Gran Tarajal, una infraestructura que habría de cambiar el devenir socioeconómico de toda la comarca centro-sur de Fuerteventura. No obstante, la construcción de dicha infraestructura portuaria no fue sino el punto de confluencia del desarrollo de unos vecinos del sur que se habían obstinadamente activos en el tránsito del siglo XIX al XX.

Así, conocemos que desde el siglo XV la Bahía de Gran Tarajal ya funcionaba como lugar de embarque y desembarque de las más diversas mercancías para atender a las necesidades de la población del interior majorero. Ello se debió a que crear pueblos costeros nunca fue una opción considerando lo expuesto de los mismos a las acciones de piratas y corsarios de las más diversas nacionalidades que frecuentaban las aguas próximas al continente africano.

Debido a esa circunstancia la playa de esta localidad fue empleada de modo ocasional para dar salida a productos eminentemente agrícolas y ganaderos, no en vano en los siglos XVII y XVIII poder considerarse a Fuerteventura, junto a Lanzarote, como los graneros -y corrales- de toda Canarias. Fruto de su creciente importancia, en 1713 se le habilita para poder realizar exportaciones, a pesar del férreo control ejercido por el antiguo Cabildo de Fuerteventura, si bien al año siguiente se le retira al no poder contar con personal que vigilara la actividad comercial de esa zona.

Pese a ello el puerto de Gran Tarajal no contará con población establecida permanentemente hasta, aproximadamente, 1855 -con una única familia-, si bien ya existían varias construcciones: almacenes para proteger mercancías de las inclemencias del tiempo y viviendas que solo se ocupaban de modo temporal.

Habría de llegar el tramo final del siglo XIX para hallar las primeras referencias del deseo de vecinos y autoridades de contar con un muelle en Gran Tarajal, entendiendo que en el mismo se concentrarían los intereses y productos de los cuatro ayuntamientos del Sur majorero: Tuineje, Pájara, Antigua y Betancuria. En esa lucha destacaron D. Francisco Martín Gil y D. Juan Castrillo Castrillo, que en 1892 pretendieron declararlo como puerto habilitado. Esa iniciativa encontró continuidad en 1900 cuando el dinámico alcalde de Tuineje D. Matías López Hernández inicia entre los vecinos una recolecta de fondos para intentar construir el puerto, agradeciendo a D. Rafael S. Pérez su papel en el comienzo de esta iniciativa.

Finalmente, el 31 de diciembre de 1903 se aprobaba la declaración de puerto de interés general de 2º Orden para el de esta localidad, si bien ello no agilizó las obras, pues los trabajos no se iniciaron hasta 1919, y eso a pesar de que existió un primer proyecto de 1909 y, la parecer, otro de 1917, aún pendiente de estudio. En cualquier caso, merece señalar que para los primeros años de la pasada centuria, como reflejo de la enorme actividad exportadora, se llegó al extremo de intentar construir un tren ligero que conectara Gran Tarajal con Puerto de Cabras, pasando por el interior insular, de tal modo que potenciara el desarrollo agrícola y comercial de la isla.

El 16 de octubre de 1919 se procedió a instalar la primera piedra de una infraestructura tan señalada para el Sur de Fuerteventura, dado que sin la misma sería harto difícil entender el despegue comercial, económico, social, ? de Gran Tarajal, y de buena parte de la comarca centro-sur. El rotativo La Provincia recogía en su portada tan feliz acontecimiento en los siguientes términos:

"(?) Bendijo la primera piedra, en representación del Excmo. Prelado de la Diócesis, el muy Iltre. Señor Arcipreste de la isla D. José Peña Brito; hallándose presentes al acto el incansable Diputado a Cortes D. Salvador Manrique de Lara, las fuerzas vivas del Sur de la Isla y un inmenso gentío.

El acaudalado comerciante D. Matías López hizo presente al Sr. Manrique el agradecimiento de todos por tan importante concesión, debida exclusivamente al Sr. Manrique, siendo muy aplaudido.

A continuación hizo uso de la palabra el Sr. Manrique de Lara; enumera los trabajos y sinsabores que tuvo que sufrir para obtener del Gobierno abrumado con la fiebre de peticiones que en estos tiempos invade las altas esferas, el crédito necesario para el Puerto de Gran Tarajal. Era este asunto, dijo, para mí una cuestión de vida o muerte, una deuda de honor, de tal manera que si no hubiera obtenido esta mejora no me hubiera presentado nuevamente candidato. Puntualizó que no fue debida la concesión a una oportunidad, ni a proseguir trabajos empezados por otros, sino al juramento de ser esclavo de su Distrito.

Con esto quedan desmentidos los rumores de no haber el Sr. Manrique obtenido tal mejora. Una salva de aplausos acogió las últimas palabras del Diputado".

Con ello se aludía a las manifestaciones de la prensa que habían considerado como gran valedor de la obra al diputado D. José Betancort (Ángel Guerra)

Previamente, el 14 de agosto de 1919, partían desde Las Palmas de Gran Canaria para Gran Tarajal, con objeto de hacer los trabajos de emplazamiento del muelle, el ingeniero D. Jesús Ramírez, el ayudante D. Simón Benítez, el sobrastante, D. Domingo Madera y el contratista de la obra D. Juan Sánchez Monroy.

Fue el muelle de Gran Tarajal una auténtica puerta abierta al exterior, tanto para dar salida a una enorme variedad de productos que la isla producía en abundancia en el pasado (tomate, alfalfa, cereales, legumbres, ganado, queso, pescado, piedra de cal, cochinilla, ? incluso hasta carbón), como para introducir por él todo lo que una población que mejoraba su calidad de vida iba demandando. Sirva de ejemplo de esa intensa actividad como entre 1938 y 1948 se verificaron 744 atraques de los correíllos interinsulares (Transmediterránea) -sin contar lo que únicamente fondearon-, además de muchísimas otras embarcaciones de la más diversa índole (pesqueros, transportistas de tomates y otros productos, ? hasta yates). Todo ello pone de manifiesto una realidad que ahora nos parece impensable, tal era el movimiento portuario que entonces acogía el puerto sureño.

Ante la verificación de que el dique inicial no permitía el atraque de los correíllos que unían las islas, en abril de 1934 se inician las imprescindibles obras de ampliación del muelle, toda vez que el enorme movimiento comercial y marítimo de un floreciente Gran Tarajal así lo demandaba, concluyendo el 11 de septiembre de 1936. Siendo esta, sorprendentemente, la última mejora destacable hasta inicios de la década de 1980.

En ello tuvo mucho que ver la disputa abierta con Puerto de Cabras en los años 1957 y 1958, por medio de la la capital terminó por concentrar todas las mejoras y ampliaciones portuarias en la capital, impidiendo que Gran Tarajal, a pesar de poseer un movimiento comercial económico mayor, en ello la figura del entonces alcalde capitalino y vicepresidente del Cabildo -D. Miguel Velázquez Curbelo- resultó determinante tras una feroz batalla dialéctica con D. Juan Guerrero García.

Con el paso de las décadas las actividad económica generada entorno al puerto creció, pero el deseo de centralización de la capital majorera supuso que todas las inversiones en puertos de la isla se realizaran en Puerto de Cabras, actual Puerto del Rosario. Con ello, lentamente, la actividad del muelle de Gran Tarajal inició su prolongada agonía, yendo desde la suspensión del transporte de pasajeros por parte de los históricos correíllos, que hasta la década de 1970 hacían escala en este punto, hasta el rechazo a las justas reivindicaciones de la población del todo el Sur que siempre confiaron en el muelle para asegurar su desarrollo y bienestar, no en vano esta infraestructura haber jugado un papel muy significativo en la historia reciente de, al menos, la mitad de la población insular.

Una serie de variadas obras de mejora se han llevado a cabo desde los años ochenta del siglo XX hasta inicios de la actual centuria con el objetivo de volver a recuperar parte del auge que el puerto jugara en el desarrollo y progreso de la mitad sur de Fuerteventura. Con ello se intentaba atender a las justas y fundamentadas demandas de la vecindad que llevaban reivindicando mejoras en el puerto desde la década de 1940. En ello resultó decisivo el traspaso de funciones y servicios de la Administración del Estado a la Comunidad Autónoma de Canarias en materia de puertos (3 de diciembre de 1985).

Al presente, la escasa actividad que desarrolla el puerto no se corresponde con el esplendor que tuvo en el pasado, en el que a diario las más diversas embarcaciones atracaban o fondeaban en sus proximidades, generando un bullicio y ajetreo que ahora se echa en falta. Pero algo de luz se puede ver en los últimos tiempos, en los que se comienza a trabajar en la línea de crear una terminal de pasajeros y otras mejoras que habrán de preparar el terreno para una actividad fundamental al día de hoy en los puertos canarios: el turismo de crucero.

El 2 de diciembre se produjo un trágico atraque del crucero Balmoral, que canceló posteriormente su segundo atraque. Se ha asegurado nuevas escalas para este año. El turismo de cruceros bien podría iniciar una dinámica para dar funcionalidad a una infraestructura que se encuentra infrautilizada, aunque estas experiencias no han sido nada positivas para Gran Tarajal.

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