Bastón de mando, secretario, discurso de investidura y fuegos artificiales. Este es el ritual que siguen cada año los vecinos de Cofete, un pequeño poblado que data de 1819, durante el acto de proclamación de su alcalde que se desarrolla dentro de las fiestas patronales en honor a San Juan. Una tradición de carácter simbólico que se celebra desde hace años. La elección parte de la Comisión de Fiestas. Además, aplican a rajatabla el principio de la paridad establecida en la Ley de Igualdad. Un año un hombre, al siguiente una mujer, o viceversa.

Eustaquia Rodríguez Viera (Cofete, 1946), Tata, es la nueva alcaldesa de Cofete en sustitución de Aniceto González Rodríguez, quien no pudo entregar el bastón por motivos de salud, pero estuvo representado por un familiar.

Los majoreros acudieron a las urnas el pasado 26-M para elegir a sus representantes en las instituciones. Por ello, el pasado sábado los concejales electos tomaron posesión de sus cargos. Los vecinos de Cofete lo hicieron un día antes, y proclamaron a 'Tata', como cariñosamente la conocen como la primera autoridad de la aldea."Prometo que haré todo lo necesario por este pueblo y por su vecinos", señaló la nueva regidora tras jurar el cargo.

Tata dio sus primeros pasos en Cofete. Sus padres Santiago Rodríguez y Carmen viera tuvieron diez hijos, cinco varones y cinco hembras. Se dedicaban al ganado y la agricultura y, cuando el tiempo lo permitía, encontraban en el marisqueo el sustento. Era una familia nómada. "Mis padres practicaban la trashumancia. Por ello, nos mudábamos a distintos valles de Jandía: Morro Jable, Vinamar, Cofete, Mal Nombre. Era una época muy difícil porque eramos en casa muchas bocas a comer", apunta Tata.

Sus primeros pasos los dio en Mal Nombre, "lo recuerdo con mucho cariño y nostalgia. Desde niños teníamos que cuidar las cabras, arrancar la sementera, buscar agua al pozo.... No había otra vida entonces". A medida que iban pasando los años la mejoría se hacía notar en la isla. Tata comenzó a ir a la escuela "siempre que podía, porque tenía que dedicarme a las tareas de la casa o cuidar el rebaño", relata.

La llegada del turismo a Jandía abrió una puerta a la esperanza a muchas familias. "Cuando era más joven, comencé a trabajar en la hostelería. Fueron éstos unos años felices entre los amigos o disfrutando de los bailes. En aquel tiempo recuerdo que tocaban el grupo Los Mantequillas, en la plaza y en los locales".

En 1969 contrajo matrimonio con el marinero Ruperto Arocha. Tuvieron cinco hijos: Carlos, David, Beatriz, Gustavo y Jonathan. Cinco años más tarde se mudan a vivir a Gran Canaria. El patriarca estaba dedicado a la pesca en el banco canario-sahariano. "Allí era más fácil poder vernos. Tenía a tres niños pequeños y cuando Ruperto venía a desembarcar las capturas o repostar podíamos estar juntos unos días antes de partir de nuevo'. Años después, el matrimonio decidió regresar a Fuerteventura.