Fue la abuela más popular y mediática de toda España hace cinco años. Su historia, desvelada por el periódico LA PROVINCIA /DLP el 19 de agosto de 2015, saltó a los principales medios de comunicación regionales y nacionales. Josefa Hernández Góez (Betancuria, 1952) debía ingresar en la cárcel para cumplir una condena de seis meses por haber construido una modesta vivienda para acoger a sus hijos y nietos en el interior del Parque Natural de Betancuria. Ahora, varios años después de vivir aquella pesadilla rompe su silencio. Eso si, no olvida los días pasados entre rejas ni a los políticos que le han dado la espalda. Bautizada por la prensa nacional como la abuela de Fuerteventura quiere pasar página y borrar este episodio de su vida.

Aquella historia: ingreso en prisión, indulto del Consejo de Ministro, estar presente en los medios de comunicación y la demolición de su modesta vivienda, ha marcado a esta mujer. " Me ha cambiado la vida, pero para mal porque me han arrebatado lo más preciado que puede tener una persona, su casa, un techo donde vivir con la familia". Además, añade que existen dos tipos de Justicia " lo digo alto y claro, si uno no tiene dinero no eres nadie y si no tienes recursos económicos no puedes pagar a un bufete de abogado. Eso me paso. Al no tener economía suficiente para defenderme caí en la Justicia de los pobres".

El origen de la historia de Josefa se remonta a 2007 cuando agentes del Seprona de la Guardia Civil denunciaron la realización de unas obras de ampliación de la vivienda familiar en la zona de Campo Viejo, municipio de Betancuria. Las obras denunciadas consistían en dos construcciones: la primera de 20 metros cuadrados, mientras que la segunda de unos 70 metros cuadrados. El objetivo de esta ampliación no era otro que acoger a una hija con una discapacidad y a sus nietos Yoel, Albi y Yanira.

El juicio se celebró el 30 de marzo de 2012 y la juez condenó a Josefa como responsable de un delito contra la ordenación del territorio a seis meses de cárcel, multa y proceder a la demolición de las obras construidas y a la reposición de la realidad física alterada. Lo curioso es que las instituciones públicas majoreras colaboraron en la construcción de la vivienda, además estaba prevista de agua, luz y teléfono.

Josefa ingresó en la prisión de Tahiche el 24 de agosto de 2015 en medio del rechazo social. Tres días más tarde, la Audiencia Provincial de Las Palmas revocó loa decisión de la juez y salió de la cárcel un día antes de que el Consejo de Ministros aprobará su indulto penitenciario.

"Todavía, casi cinco años después sigo teniendo miedo y sintiendo cada noche los golpes de las puertas de las celdas cuando se cerraban", afirma Josefa. También, asegura que " sigo pensando aun hoy que fui presa por una injusticia tan grande que me sentí y me sigo sintiendo como un criminal".

La abuela Fefa rememora cuando le comunicaron que le habían concedido el indulto. "Me reí porque me parecía un cachondeo barato que tengan que pedir un indulto por una condena de seis meses, sin antecedentes penales como si yo fuera una terrorista, cuando lo único que hice fue construir una pequeña casa para mis hijos y nietos". También, agrega que " me cuesta mucho pasar página. Eso me marcará para siempre. Me cuesta mucho trabajo porque esa pequeñita casa que para muchas personas no tiene ningún significado, para mi era la único que tenia, era mi vida, casi 30 años de mi vida".

Josefa recuerda que cuando ingresó en la cárcel "me entrevistó una psicóloga y me hizo entender que estar en la cárcel no es motivo para quitarme la vida. Le contesté que me habrían quitado mi libertad, pero mi poca dignidad no me la quintan ninguna jueza ni ninguna prisión".

Casi cinco años después de que le demolieran su casa "he ido en alguna ocasión a visitar a mi hermana, pero no he sido capaz de mirar hacia donde estaba construida la vivienda. Todavía estoy atrapada por el miedo y la angustia que me hicieron pasar".

La 'abuela Fefa' reconoce que cadenas nacionales de televisión le ofrecieron dinero para aparecer en sus programa "no fui porque mi dignidad no se vende... "