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Tragedia ambiental en Cofete

Seis guirres resultaron afectados en el envenenamiento masivo realizado en Cofete

Tragedia ambiental en Cofete

Fuerteventura vive una auténtica tragedia medioambiental con su fauna protegida. Seis guirres y no tres, como se anunció inicialmente, resultaron afectados en el envenenamiento masivo realizado en Cofete. De ellos, cinco aves carroñeras, especie protegida y en claro peligro de extinción, encontraron la muerte y sólo una hembra pudo escapar del fatídico veneno. Junto a la masacre de los cinco guirres ( Neophron percnopterus) fallecidos, se suman otras especies como cuervos, gaviotas y hasta gatos que también cayeron fulminados por la alta toxicidad del veneno utilizado. Se cree que con las muertes de estos guirres, la mayor parte adultos y en edad de reproducción, la población de esta especie en Cofete queda muy mermada. Utilizar veneno en el medio natural está considerado como un delito por el Código Penal y su autor es criminalmente responsable de un delito contra la fauna, lo que podría enfrentarse a varios años de cárcel.

A finales del pasado mes de abril unos vecinos alertaron a los Agentes de Medio Ambiente del Cabildo de Fuerteventura de la presencia de tres guirres y una gaviota muertos en el entorno de un corral de cabras, así como un gato. Tras poner los hechos en conocimiento de la Fiscalía de Medio Ambiente y del Seprona de la Guardia Civil se iniciaron las investigaciones. La Consejería insular de Medio Ambiente no ha informado de este atentado ambiental. Solamente ha remitido una nota de prensa sobre la liberación del guirre superviviente.

Los agentes rastrearon la zona tanto para localizar y retirar los cebos envenenados, y para detectar posibles cadáveres de animales de fauna silvestre. En esta segunda operación localizaron los cuerpos de dos guirres muertos más y otras especies.

Las pesquisas iniciales apuntan hacia un vecino de la zona que presuntamente habría colocado un veneno de la familia carbofurano, uno de los pesticidas más tóxicos que hace años se comercializaba bajo distinta marcas registradas, aunque en esta ocasión se sospecha que fue el Furadan. Este veneno se encuentra prohibido desde hace años en España tras la decisión de la Comisión Europea de 13 de junio de 2007 de no incluir el carbofurano en el anexo I de la Directiva 91/414/CEE que incluía las sustancias permitidas para su uso y comercialización como fitosanitarios y demandó a los estados miembros que los productos a base de este plaguicida se retirasen del mercado.

La utilización del citado veneno, antes de su prohibición, se destinaba a uso agrícola, especialmente para el control de plagas de insectos en los cultivos. La ingestión del mismo por ratas, perros, aves y todo tipo de animales resulta mortal. También tiene una alta toxicidad en humanos. Se trata de venenos de acción neurotóxica muy rápida, que provocan la muerte en un lapso de diez a 30 minutos, y de degradación igualmente rápida.

El veneno fue colocado en el entorno de un corral de cabras con el objetivo de eliminar el daño que las aves rapaces hacían a las cabras y sus crías. Cómo quiera que también se encontraron gatos muertos, los investigadores consideran que el cebo fue utilizado en despojos de carne. Una vez que los cadáveres de éstos se esparcieron por la zona comenzó a funcionar la cadena trófica.

La prioridad de los agentes de Medio Ambiente y de la Guardia Civil se centró también en localizar restos del veneno utilizado y cadáveres para evitar que la mortandad de especies siguiera creciendo. Para ello solicitaron la colaboración de perros especializados en detectar en el campo cebos tóxicos. Primero llegaron dos ejemplares entrenados para ello de la empresa Gesplán y, posteriormente la Unidad Canina de la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria.

El Seprona continúa con las diligencias abiertas. Los agentes han realizado registros en viviendas y tomado declaración a varios vecinos del poblado de Cofete. Según las primeras impresiones parece que el autor del atentado ya tiene nombre y apellidos.

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