Fuerteventura llora la muerte de Carlos Hernández Martín (Puerto Cabras 1947- Puerto del Rosario 2020). El hombre de la eterna sonrisa y del humor permanente falleció el pasado miércoles dejando en toda la sociedad majorera un sentimiento de tristeza y dolor. Se marchó en silencio, sin despedirse de sus amigos, ni siquiera los deleitó con sus chistes ni décimas, algo a que tenía acostumbrados a sus numerosos compañeros y a las personas de los lugares que frecuentaba. Carlos Hernández es el padre de la actriz majorera Miriam Hernández.

Carlos, conocido cariñosamente como ' el Pirigüeta', era un personaje popular de la isla majorera. Durante muchos años desempeñó la labor de aparejador en el Ayuntamiento de Pájara, tasador de una entidad bancaria y posteriormente continuó trabajando de forma autónoma. Además fue diputado designado por Asamblea Majorera (AM) en la etapa preautonómica que dio lugar a la Junta de Canarias.

Pedro Hernández Franquiz y su esposa María Martín Marichal tuvieron tres hijos: Carlos, Juan Jesús y Fátima. Cómo cualquier familia de la época se esforzaron con trabajo duro para sacar adelante a sus hijos.

Carlos Hernández, como otros jóvenes de su época, fue monaguillo en la iglesia capitalina siendo párroco Juan Marrero. Residió un tiempo en el barrio de El Matorral donde sus padres regentaban una tienda de aceite y vinagre. Unos años más tarde se desplazaron a la capital porque su padre Pedro Hernández consiguió el puesto de portero del Centro de Higiene, ubicado en la actual casa del médico Arístides, donde trabajaban un médico, un practicante y una enfermera que se dedicaban entre otras labores sanitarias a vacunar a los más pequeños. Cuando desaparece este centro sanitario el progenitor logra una plaza de conserje en el Ayuntamiento de Puerto del Rosario. Tienen que abandonar la vivienda que ocupaban del Centro de Higiene y se ven obligados a mudarse a la barriada de las 56 Viviendas donde residen en la calle Tenerife durante varios años, hasta que lograr edificar una vivienda familiar en la calle San Roque.

Tras concluir sus estudios de Bachillerato en el colegio de don Juan Tadeo se va a estudiar la carrera de aparejador a La Laguna. Allí, residió en el barrio de San Honorato y compartió piso con otros compañeros como Antonio Rodríguez, Manolo González o Antonio Godoy.

Una vez que concluye sus estudios universitarios logra una plaza como funcionario de carrera en el Ayuntamiento de Pájara, donde permaneció durante años hasta que decidió solicitar una excedencia para emprender en solitario otras labores profesionales. En el Consistorio sureño dejó huella y, así quedó demostrado en las redes sociales por quienes fueron sus compañeros en la institución.

' El Pirigüeta', apodo que recibió cuando era portero del Herbania por hacer malabarismos con el balón, fue un apasionado del fútbol. Tras abandonar este deporte federado continuó ligado al mismo en la categoría de veteranos militando en el Seat, equipo fundado en 1975 por Antonio Gutiérrez 'El Peladilla', y vinculado a otro equipo de la capital 'El Charco', aunque no jugó sino que acompañaba a sus excompañeros a los viajes en el exterior y participaba en todos los actos que organizaban, especialmente cada año un día antes de la celebración de los Reyes Magos.

Casado con Rosario Pérez, funcionaria de Justicia, tuvieron dos hijos: Carlos y Mariam, esta última actriz que ha logrado abrirse camino en la industria cinematográfica española. Tenia dos nietos, Kassandra y Nahla.

Una de las pasiones de Carlos era la improvisación. Siempre que se presentaba la ocasión recitaba décimas, afición que recogió de su amigo Yeray Rodríguez.

El verseador más representativo de Canarias y doctor en Filología Hispánica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), se despidió así de Carlos Hernández: " Contaré que me decías estimado profesor, pero te sabías mejor que yo las décimas mías. Contaré que presidías un cabildo imaginario y que en tu vocabulario iban sonando a la vez el español y el inglés según fuera necesario. Contaré que eras genial, de esos que jamás te falla, y que fue enorme tu talla, la humana y la intelectual. Pero te he descrito mal; debo contarte en presente, porque a quienes felizmente nos llenan la vida, Carlos, es imposible olvidarlos aunque la muerte lo intente".