La alarma se ha apoderado del colectivo de cazadores. En las tres primeras jornadas de la temporada de caza una decena de perros han sido envenenados en el municipio de La Oliva, muchos de los cuales perdieron la vida. El Seprona de la Guardia Civil y los agentes de Medio Ambiente del Cabildo investigan los hechos.

La franja donde los animales cayeron presa del veneno han sido localizadas en La Costilla, El Roque, Lajares y Las Calderas, zonas importantes para la practica de la cacería, un deporte fuertemente arraigado en la isla que cuenta con un colectivo de unos 2.000 cazadores.

El último episodio de envenenamiento se produjo el pasado domingo cuando José Figueroa observó en el Coto de Los Camacho a su perra Nora con síntomas de debilidad. "Estaba temblando, apenas podía caminar y expulsaba espuma por la boca", relató. Sin embargo, la suerte se alió con la cachorra pointer, ya que la intervención de un médico tinerfeño le salvó la vida al suministrarle un antídoto. Posteriormente fue trasladada hasta un centro veterinario y está fuera de peligro.

La podenca Sonrisa, de Alexis González, no tuvo la misma suerte. Hace unos días murió de forma fulminante por la acción del veneno. El duelo no tuvo tiempo de reacción, al igual que otros propietarios.

Antecedentes

El caso de envenenamiento en La Oliva no es nuevo. Hace un tiempo aparecieron muertos numerosos perros y gatos en la zona de Lajares. Los cazadores apuntan a los ganaderos como presuntos autores, aunque no disponen de pruebas.

La Federación de Caza denunció ayer ante el Cabildo majorero y la Guardia Civil estos casos de envenenamiento.