Nuria, Consuelo, Elena, Mary o Juana son algunas de las mujeres que ayer madrugaron para participar en la tradicional apañada de Janey, que como cada año organiza el Ayuntamiento de Betancuria con la colaboración del Cabildo, donde las mujeres son las protagonistas y comparten la jornada junto a los ganaderos, bardinos y cabras.

El comisionado Vicente Hernández las había convocado a primera hora de la mañana en el Valle de Santa Inés para desplazarse hasta Torrecilla Grande. Una vez en la zona, Hernández, comenzó a distribuir el trabajo. Los ganaderos veteranos cogen las zonas más bajas, los jóvenes la media ladera y los riscos, mientras que las mujeres deben ir por los filos. Tras una serie de recomendaciones, comienza el trabajo de ir tocando las cabras y sus crías en dirección a la gambuesa o corral ubicado en el Barranco de Janey.

El trabajo del perro bardino es fundamental para controlar las cabras que pastan en plena libertad en la zona del mancomún de Betancuria y, que además, forman parte de la nueva raza autóctona descubierta el pasado año por los investigadores del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) y de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Poco a poco, los ganaderos logran controlar el ganado y dirigirlo hacia la gambuesa, aunque muchas de las cabras se encontraban preñadas y otras tantas con sus baifos. Una vez que la comitiva llegó al corral comienza el ritual del ahijamiento, que no es otra cosa que emparejar las crías con sus madres con el objeto de determinar la maternidad y propiedad de los cabritos. Tras macar a los baifos guaniles con cortes de navaja en sus orejas se suelta todo el ganado.