La pequeña imagen de la Virgen del Tanquito regresó, ayer, de nuevo por unas horas a su santuario, excavado en la cima de la montaña de El Cardón. Cientos de romeros ataviados con la vestimenta tradicional le acompañaron en su empinado recorrido de casi cuatro kilómetros por veredas y caminos.

La fiesta y la canariedad volvieron a ser los protagonistas de una cita que se viene celebrando en el citado pueblo sureño desde hace 30 años. A primera hora de la mañana los vecinos sacaron a la Patrona de su ermita para enfilar en dirección a la vereda que conduce a la montaña donde se encuentra el pequeño santuario, ubicado en una pequeña galería de agua en la misma cima de la montaña. Los peregrinos, a ritmo del baile y la música tradicional, transportan a la Virgen a pie y se van turnando en el traslado de la imagen.

Durante el recorrido existen tres paradas, marcadas con círculos de piedra. En cada una de ellas, la imagen se deposita en el centro sobre una peana y los romeros comienzan a bailar y entonar sus plegarias. Y así, hasta llegar a la misma cima donde se encuentra el pequeño santuario en el que es depositada por espacio de algunas horas. Durante este tiempo, romeros y devotos exponen sus promesas, le ponen flores o le encienden una vela.

Los vecinos de El Cardón organizan un asadero popular en la misma montaña, no solo para reponer fuerzas sino como punto de encuentro de las parrandas donde los tocadores y cantadores exponen lo mejor de si mismos. Es el momento del jolgorio y la alegría.

Acogida

Nadie se sintió ayer, como en cada edición, ni foráneo ni extraño en la romería. Los vecinos de El Cardón se encargaron de que todos los asistentes se sintieran como en su casa. Y lo consiguieron con su acogida.

Y llegó el momento del regreso. Y de nuevo las tres paradas, el baile y la música. En el pueblo, la imagen del Corazón de Jesús espera la llegada de la Virgen del Tanquito. Y de allí, al templo.