Fuerteventura se está convirtiendo en la última esperanza -o espejismo- para los algunos inmigrantes llegados en patera de origen magrebí que hasta ahora se encontraban alojados en hoteles de Gran Canaria y que ven imposible salir de esa isla hacia el resto de España porque la Policía les impide tomar un vuelo o un barco a la península.

Este lunes, un grupo de once magrebíes intentó salir desde el aeropuerto de Fuerteventura rumbo a Barcelona. Días antes, habían viajado en barco desde Gran Canaria con la intención de poder coger un avión después de haber oído rumores de que, desde Fuerteventura, resultaba más fácil viajar a la península.

Mgid es una de las once personas que este lunes se acercó al aeropuerto de Fuerteventura con la intención de subirse a un avión que le llevaría a Barcelona. La Policía impidió embarcar y asegura a Efe que no le explicaron por qué.

El joven, procedente de una zona cercana a Marraquech, llegó a Gran Canaria en patera hace unos meses. Después de un tiempo alojado en un apartamento, el pasado sábado se subió con seis personas más en el barco que une Gran Canaria con el puerto de Morro Jable con la intención de tomar en Fuerteventura un avión a Barcelona.

Explica que tiene un primo en Albacete, mientras muestra la foto que guarda en su móvil con el DNI del pariente. También asegura que un patrón le espera en Almería para darle trabajo.

Mgid confiesa que hasta Gran Canaria ha llegado el rumor de que en Fuerteventura es más fácil poder salir por el aeropuerto y alcanzar el sueño europeo. "Aquí dejan salir antes, en Gran Canaria hay más gente y sabemos que desde Fuerteventura han salido personas", señala.

El joven se aloja estos días en Misión Cristiana Moderna, una de las organizaciones encargadas junto a Cruz Roja Española de acoger a los inmigrantes que llegan en patera a Fuerteventura. El pastor de la comunidad religiosa, Ángel Manuel Hernández, reconoce el viaje frustrado del grupo de jóvenes del lunes.

Hernández tiene constancia de que, al menos, un grupo de 25 magrebíes que se alojaban en los hoteles, han viajado estos días desde Gran canaria a Fuerteventura para probar suerte y ver si les es posible viajar desde aquí a tierras peninsulares porque "se ha corrido la voz entre ellos de que allí están repatriando y, además, en Gran Canaria está todo bloqueado".

"Once de ellos fueron ayer hasta el aeropuerto y cuando llegaron al control la Policía vio que no tenían sello de entrada al país y se les echó para atrás", explica el pastor.

Después de la negativa, el grupo echó andar sin rumbo fijo hacia la capital Puerto del Rosario. Algunos llegaron al albergue de Misión Cristiana Moderna donde pasaron la noche. Del resto se desconoce dónde durmieron.

El líder religioso de Misión Cristiana Moderna explica que el martes "aparecieron tres en el albergue" y les dejaron dormir en sus instalaciones, "hasta que los entreviste la trabajadora social".

El pastor no oculta su preocupación a la hora de alojar a estas personas, "en el Centro de Acogida de Emergencia y Derivación no pueden seguir, es un recurso controlado y gestionado por el Ministerio de Inmigración y son ellos los que tienen que autorizar la acogida".

También se dificulta su alojamiento en el albergue (el recurso que la ONG tiene para vecinos de Fuerteventura), ya que tiene que estar con plazas libres por si fuera necesario alojar a personas de la isla sin recursos.

Mientras Mgid explica su historia, tres jóvenes se acercan al periodista en busca de alguna solución y de alguien que les aclare el manojo de dudas que arrastran desde que llegaron a Canarias.

Abdelckarim, de 25 años, cuenta que llegó a Gran Canaria a mediados de octubre. Después de seis días en el campamento, instalado en el muelle de Arguineguín, lo realojaron en un hotel de la isla.

El 12 de enero cogió el barco y viajó a Fuerteventura con la intención de encontrar un puente que le permita continuar el viaje migratorio y llegar hasta Murcia donde, asegura, le esperan familiares.

Tres días después, intentó viajar a Sevilla con el pasaporte en mano, pero tampoco le fue permitido viajar, explica mientras lamenta haberse gastado todo el dinero en pagar el billete de avión.

Los dos compañeros que permanecen a su lado callados también intentaron salir rumbo a Sevilla, pero la respuesta en el aeropuerto majorero fue la misma: la prohibición de coger el avión.