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Un patrimonio histórico en el olvido

La investigadora Amara Florido realiza un inventario del patrimonio industrial de la isla | La experta alerta sobre la amenaza que sufren estos bienes históricos

LP/DLP

La investigadora Amara Florido ha realizado un inventario del patrimonio industrial majorero, pudiendo constatar como se cierne sobre el mismo la amenaza de la desaparición de este patrimonio histórico. En el citado trabajo se catalogan 286 bienes inventariados, de los cuales 214 corresponden a bienes inmuebles y los 72 restantes a bienes muebles. En el cómputo global sobresalen tres categorías principales, los pilares que definen el patrimonio derivado de la industria: molinos de gofio, molinos de viento, máquinas, hornos de cal e infraestructuras hidráulicas, como norias o molinos de agua, entre otros.

Molinos de gofio, hornos de cal, norias, molinos de viento, aeromotores, carpinterías, zapaterías, tenerías, herrerías, panaderías o empacadoras de alfalfa. Estos son algunos de los elementos que forman parte del patrimonio industrial de Fuerteventura, muchos de los cuales se encuentran en un penoso estado de abandono lo que provoca que una parte del patrimonio histórico majorero desaparezca. Una publicación de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias recoge los vestigios de los sectores de actividad industrial más importante de la isla majorera. Al acto de presentación asistió la directora general Nona Perera.

Amara Florido, licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca y doctora en Historia del Arte por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), es la autora de este trabajo de investigación llevado a cabo en 2011 por todos los municipios majoreros. En total, se inventarió un total de 286 bienes: 214 corresponden a bienes inmuebles y 72 restantes a bienes muebles.

Florido alerta sobre la fragilidad del patrimonio industrial: “es vulnerable, infravalorado, incomprendido y, por tanto, amenazado. Esta situación ha dado lugar a la destrucción y el abandono de estructuras, máquinas e instalaciones de indudable significación histórica y cultural”. Además, añade que “el gran reto de los investigadores, asociaciones y organismos que han surgido en las dos últimas décadas en defensa del reconocimiento del patrimonio industrial, como parte indisoluble del patrimonio histórico y cultural es despertar la sensibilidad hacia el legado derivado de la industria”.

Los sectores de actividad industrial más importantes en Fuerteventura, a tenor de los vestigios materiales inventariados por la experta Amara Florido, se sustentan en tres pilares: la industria agroalimentaria, derivada de la molturación del trigo; los molinos de viento, molinas, molinos de gofio de fuego, accionados por un motor eléctrico o de combustión, llamados ‘máquinas’ y tahonas. La industria de otros productos minerales no metálicos, como los hornos de cal. Por último, las instalaciones asociadas a la captación, depuración y distribución de agua, integradas por pozos, norias, aeromotores, bien metálicos y molinos de palo o del país.

En cuanto a los bienes muebles, la investigadora resalta la preeminencia de elementos relacionados con las explotaciones agrícolas: como trituradoras de hierbas, empacadoras de paja, desgranadoras de millo, centrifugadora de miel, etc. Lo que no significa que de igual modo hayan llegado hasta nuestros días artilugios y herramientas de otros oficios tradicionales como carpinteros, herreros o zapateros.

El estado de conservación de estos bienes es alarmante debido a la falta de interés, sensibilidad y reconocimiento a cerca del valor del legado industrial. A pesar que se han llevado a cabo loables iniciativas en pro de la recuperación, rehabilitación y salvaguarda de los vestigios más representativos de Fuerteventura: molinos de viento, molinas, norias, aeromotores, hornos de cal o salinas. “Este inventario nos permite descubrir y difundir otros aspectos menos conocidos, pero no por ello menos importantes, que conforman la identidad patrimonial de la isla, y que merecen ocupar un hueco en el panorama cultural”, apunta Amara Florido.

La investigadora, asegura, que durante su trabajo se encontró muchas sorpresas “tanto de en lo que se refiere a edificaciones industriales, desde molinos de gofio, carpinterías, herrerías, tahonas, norias de tiro, hornos de cal industriales, aeromotores, pozos..., y hasta una tenería”.

Además, respecto a los bienes muebles, uno de los conjuntos patrimoniales más frágiles y vulnerables, “aún se conservan artilugios diversos relacionados con explotaciones agropecuarias: empacadoras de alfalfa, desgranadoras, trituradoras de hierba, como maquinarias vinculadas a distintos sectores productivos y que incluso están en funcionamiento”.

También le ha llamado la atención el potencial de los molinos de fuego, accionados por motores de combustión, las ya citadas ‘máquinas’. “Aunque se encuentran en su mayor parte en un estado de conservación bastante preocupante, creo que aún no ha’n recibido la atención que se merecen. Es cierto que son infraestructuras no tan espectaculares y llamativas como los molinos de viento y molinas, tan característicos de la geografía majorera, pero no por ello deben ser relegados a un segundo nivel. También me ha impresionado las empacadoras”.

La investigadora Amara Florido destaca la presencia de molinos de fuego o ‘máquinas’, accionadas por motores de combustión que estaban destinadas a la molturación del grano. En la imagen, uno de estos elementos históricos propiedad de Agustín Castro, en el municipio de Pájara. |

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