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Tribunales

“Él me violó, yo no quería y me forzó”, asegura una víctima de agresión sexual en Puerto del Rosario

La Fiscalia pide nueve años de prisión para el acusado por un delito de abuso, robo con violencia y lesiones leves

El acusado de violar a una discapacitada en Puerto del Rosario, durante el juicio en su contra

La víctima de una agresión sexual en Puerto del Rosario aseguró este miércoles durante el juicio en contra de su supuesto agresor que éste la violó en enero de 2016 tras llevarla a un “descampado” con la promesa de invitarle a desayunar.

Los hechos se remontan a la madrugada del 17 de enero de 2016 cuando ambos se conocieron en una discoteca de la capital. La afectada, que en ese momento tenía 40 años, declaró ante el tribunal que fue el acusado quien se le acercó mientras ella bailaba sola y le invitó a tomar algo, pero como ya se estaba haciendo de día, le dijo que mejor desayunaban. El procesado, según la versión de la agredida, le respondió que la llevaría a casa para que conociera a su madre y, aunque a ella no le interesaba, se fue con él con la condición de ir a desayunar.

Sin embargo, la víctima aseveró que llegaron a un descampado en el barrio El Charco donde éste le pidió que se pasaran a la parte trasera de su vehículo “para hablar” y fue allí cuando la “empezó a maltratar y a violar” para después robarle el móvil y el dinero que tenía. “El me violó, yo no quería y me forzó, le dije que no quería nada con él y pese a eso insistió”, apuntó la agraviada.

Después, y según su relato, la dejó abandonada en el descampado tras sacarla desnuda del coche y tirarle la ropa mientras le decía que se “buscara la vida”. “Se negó a darme mi móvil, me dio el bolso y mucho fue”, añadió a la vez que matizó que tuvo que “rogarle” para que le devolviera sus pertenencias. Además, sostuvo que recibió un “pisotón” por parte del acusado que después “limpió el coche con un paño y se marchó”.

La mujer con un grado de discapacidad del 66% indicó que estaba “desconcertada y bloqueada” por lo que, a pesar de encontrarse a una persona mientras intentaba llegar a casa, optó por no pedirle ayuda, sino preguntarle en dónde se encontraba para saber cómo llegar a su domicilio. “Le dije que esto no se iba a quedar así y me dejo tirada en El Charco, no sabía ni dónde estaba”, relató a la vez que reveló que se hizo daño en los pies de tanto caminar para llegar a su casa.

Una vez que llegó a su vivienda, sobre las 10.00 horas, la madre la recibió “nerviosa” porque había intentado contactar con ella por teléfono sin éxito y resolvió contarle todo, bañarse y acudir a la Guardia Civil para interponer la denuncia. “Me fui con él porque me fie y creí que era una persona sería”, lamentó mientras apuntaba que no bebieron nada cuando estaban dentro del local nocturno. “Yo no pensé que me fuese a hacer daño, creí que era como un amigo”, insistió. La agredida también desmintió a preguntas de fiscal que el procesado le hubiese pegado antes, durante o después la agresión sexual. La mujer también afirmó que reclama por los daños que el encausado, supuestamente, le ocasionó porque “una persona así no puede estar suelta por la vida y tiene que pagar lo que ha hecho”.

El investigado de 27 años al momento de los hechos, natural de Rumanía y que llevaba diez años radicado en España negó haber agredido sexualmente a la afectada y alegó que la conoció en la discoteca cuando él salió a fumar. “La lleve a la playa porque fue lo que hablamos cuando salí del club a fumar y la vi. La salude y me preguntó si tenía coche y le dije que sí”, expresó. “Yo le preguntaba que por qué le interesaba saber si yo tenía vehículo y no me respondía, hasta que le dije que me acompañara a buscarlo”, narró.

Una vez que llegaron al lugar donde el investigado tenía aparcado su turismo se montaron en el coche y fue cuando, según el acusado, le propuso a la denunciante “hacer algo” haciendo referencia al acto sexual a lo que “ella respondió que sí”. Por lo que se fueron a una playa “pequeña” en la que aseguró que habían otros coches. 

En un momento dado, alegó que la víctima comenzó a quitarse el pantalón y él le preguntó en varias oportunidades sí quería mantener relaciones sexuales recibiendo, siempre según su versión, respuestas afirmativas. “Al acabar quería vestirse sola y no podía, la ayude y después me pidió el bolso y se lo di”, reiteró el acusado. Al terminar le preguntó si la llevaba a casa y ella, según el investigado, prefirió quedarse en el lugar tras discutir porque no encontraba su móvil. Por lo que manifestó que él no le robó el teléfono a la agredida y que le dijo que revisara todo el coche a ver si estaba dentro. “Yo me fui y la dejé sola en la playa”, apostilló.

El procesado añadió además que no le vio grado de discapacidad alguna y menos porque esa noche había consumido alcohol y un gramo de cocaína. Una versión con la que concordaron los peritos y es que admitieron que “su retraso leve podía pasar desapercibido” hasta para quien la ve en la calle a plena luz del día y es que acotaron que ellos tuvieron conocimiento del diagnóstico porque se les indicó que ella lo tenía.

El investigado negó en instrucción haber conocido siquiera a la agredida y alegó en el juicio que no quiso contar la verdad porque en ese momento su esposa estaba embarazada de su tercer hijo y no quería que su matrimonio se dañase “por una infidelidad”. Además, las autoridades tuvieron que buscarle a Rumanía para que se presentara en la vista oral ya que estuvo en prisión provisional desde el 22 de enero de 2016 hasta el 9 de junio del mismo año y después se regresó a su país.

Los forenses explicaron que la víctima podía discernir entre una relación sexual consentida y una violación. De las lesiones indicaron que sufrió “cervicalgia y excoriación en pulpejo dedo del pie izquierdo” pero que no tuvo “heridas típicas” de una agresión sexual como “enrojecimiento y hematomas que no evidenciamos”, apuntaron a la vez que dijeron que había ADN del acusado en la zona genital de la afectada.                         

“Si me condena ahora pierdo a mi familia, pierdo todo”, declaró ante la magistrada de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas, Pilar Parejo, en su derecho a la última palabra. La Fiscalía pidió una condena total de nueve años de prisión por los delitos de abuso sexual y robo con violencia, así como una multa de 540 euros por un delito leve de lesiones y que indemnice a la víctima con 6310 euros por los daños y secuelas causadas. La defensa interesó la libre absolución. El juicio quedó visto para sentencia.

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