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Un verano a lomos de caballos

Un centenar de niños interactuan con los equinos en el campamento del club Las Ánimas | Aprenden aspectos como montar, el cuidado o la alimentación

Dos jóvenes amazonas dan de comer a uno de los caballos. | | FUSELLI

Lorenzo, Enma, Lucía, Nico o Héctor son algunos del centenar de niños que participaron en campamento ecuestre que organizó el club Hípico las Ánimas de Tetir, creado en 1994, donde los pequeños conocieron el mundo del caballo, desde aspectos básicos como el cuidado, la alimentación o el manejo, al tiempo que participaron en diversas actividades lúdicas, de multiaventuras y de naturaleza.

Uno de los ejercicios para familiarizarse con los caballos. | | FUSELLI

Siroco, Alhambra, Caoba, Brisa, Caima y Talismán, algunos de los caballos que posee el citado club tuvieron unos cuidadores especiales durante la celebración del campamento. Los niños compartieron espacio en las zonas de las cuadras para cepillarlos, darles de comer o conocer los secretos que les explicaba Yara Curbelo, la directora del campamento, y sus cuatro monitores sobre el bienestar y el cuidado necesario para los equinos.

Un grupo de niños practican ele quilibrio a lomos de los caballos durante su participación en el campamento del club Las Ánimas de Tetir.. | | FUSELLI

No era necesario haber montado a caballo anteriormente para asistir al campamento hípico. Yara y su equipo de colaboradores fueron familiarizando a los pequeños con los animales hasta que los alumnos llegaron a interactuar con ellos.

«Nuestro campamento permite a los niños disfrutar de la naturaleza, amar a los caballos y demás animales de granja que tenemos en nuestras instalaciones, pero especialmente, a desarrollar valores de disciplina, respeto y responsabilidad, junto al respeto a los animales», señala Yara Curbelo. Al respecto, añade que «cada día participaban en clase de equitación, pues la gran mayoría eran principiantes y se les iniciaba en este mágico deporte. Además, realizaron luego con algunos de sus padres una excursión a caballo».

El programa del campamento ecuestre incluía también otras actividades, al margen de la equitación. «Se realizaron otras actividades como manualidades, siempre con material reciclable. Se hicieron varias excursiones a pie, llevándolos uno de los días a desayunar bajo una higuera y enseñándoles de donde venían los higos. Otro de los días visitamos unas pequeñas cuevas de la montaña de San Andrés , donde se pudieron hacer varias fotografías y admirar las paredes de picón que tenían las cuevas. Cada semana fue un éxito con un número de 20 a 29 niños de edades comprendidas entre los 4 a 15 años de edad», apunta la directora del campamento, quien además se muestra satisfecha del resultado. «Estoy convencida que muchos de los pequeños van a estar vinculados al mundo del caballo», concluye.

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