El Ayuntamiento de Puerto del Rosario (Fuerteventura) ha informado este lunes sobre la presencia de la medusa carabela portuguesa en algunas de sus playas, como la del Puerto Lajas y Playa Blanca. "A través de este comunicado, el consistorio capitalino alerta a la ciudadanía sobre la presencia y concentración de la carabela portuguesa, un ejemplar de medusa extremadamente tóxica, en algunas de las playas del municipio", puntualizan. 

La empresa adjudicataria del servicio de salvamento y socorrismo, Emerlan, informaba a la concejalía de Playas sobre la presencia de estos ejemplares en el municipio, que habían sido arrastrados por las corrientes marinas y por los fuertes vientos de estos días, con el fin de tomar medidas sobre el asunto, izando la bandera roja para evitar el baño en estas playas. 

Por ello, el alcalde del ayuntamiento portuense, Juan Jiménez, y la concejala de Playas, Sonia Álamo, en representación del Ayuntamiento, piden a la ciudadanía y a los usuarios de estas playas a que “extremen las precauciones, no tocar las medusas y evitar bañarse en estas playas donde han sido localizadas para evitar picaduras mortales”, ya que “la carabela portuguesa tiene mucho más veneno que las picaduras habituales de medusas y pueden llegar a ser muy peligrosas”.

Así se produce la picadura de la carabela portuguesa

La picadura de esta especie de medusa es de las más venenosas y dolorosas, y puede provocar fiebre, dolor de cabeza, inflamación local, náuseas, vómitos o nerviosismo. Por eso es muy importante saber cómo pica una medusa y sus métodos de prevención.

Si bien es cierto que es una de las especies más llamativas, su picadura se produce en milésimas de segundo, muy poco tiempo para reaccionar e intentar evitarla. Cada uno de sus largos tentáculos contiene miles de células urticantes que se activan al entrar en contacto físico con la piel humana. Estas células contienen túbulos como arpones que inyectan veneno en la piel, generando dolor, sarpullidos y enrojecimiento.

Todos los organismos que pertenecen a la familia phylum Cnidaria, como las propias medusas, el coral o las anémonas, están equipadas con este tipo de células, que les protegen de los depredadores. Cada una de estas células (cnidoblastos) consiste en una cápsula que contiene: un filamento enrollado acabado en un dardo y potentes toxinas.

Las células urticantes se activan al tener contacto físico con la piel humana, disparando su dardo. Éstos, inyectan su veneno en la piel a través del filamento con una aceleración similar a la de un revólver, generando dolor, sarpullidos y enrojecimiento. Además, en la célula urticante se crea una presión muy alta, de alrededor de 200 atmósferas.