Unos trescientos vecinos de Costa Calma y de otros pueblos aledaños salieron ayer a la calle en protesta por el abandono de la citada localidad turística, que pertenece al municipio de Pájara. Los residentes aseguran que han vivido situaciones dramáticas ya que han estado hasta más de una veintena de días sin agua y reclaman una urgente solución a su problema. La pésima imagen que ofrece Costa Calma supone una losa demasiado pesada para un destino turístico. Es la tercera vez que los vecinos se lanzan a la calle reivindicando mejoras en el pueblo.

Los residentes aseguraron que se están cancelado reservas turísticas porque se ha visibilidad a nivel internacional, a través de las redes sociales y medios de comunicación, la gravedad que sufren, especialmente con el suministro del agua y el estado calamitoso que ofrece la localidad en cuanto a las infraestructuras más básicas.

Costa Calma es la segunda localidad más importante del municipio de Pájara con unos 5.000 residentes y una población flotante de casi 14.000 turistas. Sin embargo, los históricos enfrentamientos entre promotores y Ayuntamiento de Pájara ha llegado a unos extremos que perjudican de forma notoria no sólo a los residentes sino a los turistas que eligen la localidad de Costa Calma para el disfrute de sus vacaciones.

Los vecinos se han cansado de la pésima situación que sufren. Denuncian los continuos cortes de agua, la falta de iluminación y limpieza, el pésimo estado de la pavimentación y aceras de las calles, la falta de cuidado de la naturaleza urbana, sin Urgencias en el Centro de Salud o la falta de seguridad, entre otras muchas deficiencias. Curiosamente, aseguran, que unos días antes de la manifestación, el Ayuntamiento de Pájara mandó a limpiar la zona por donde discurría la protesta y a reponer el alumbrado público.

Rita, una residente alemana es entrevistada por Nuria González, ayer. | | LP/DLP LP/DLP

Omar Veronese, portavoz de los vecinos, señaló que «nuestro objetivo es crear una asociación para poder denunciar a Fiscalía y Salud Pública la grave situación que padecemos. Somos personas, somos un pueblo y tenemos derecho de tener todos los servicios que tienen los demás pueblos de la isla y, no lo tenemos».

El detonante que obligó a los vecinos a salir a protestar a la calle se localiza hace unos días cuando estuvieron cerca de una semana sin agua durante las 24 horas. «Ello nos obligó a comprar agua en garrafas, bañarnos en casa de amigos, recurrir a las duchas de la playa o llenar envases en el agua que traían en cubas. Una situación tercermundista», aseguró uno de los manifestantes. Además, añadió, que «nos están obligando a abandonar el pueblo e irnos a residir fuera del municipio porque es imposible vivir aquí».