Ermita de San Diego de Alcalá: Historia y leyendas de un lugar sagrado en Betancuria

¿Qué se esconde en la cueva donde oraba San Diego de Alcalá? Explora la historia, arquitectura y leyendas de la ermita más enigmática de Fuerteventura

La Ermita de San Diego de Alcalá en Betancuria

La Provincia

Diego R. Moreno

Diego R. Moreno

Betancuria

La Ermita de San Diego de Alcalá es mucho más que una construcción religiosa: es una cápsula del tiempo enclavada en Betancuria, la antigua capital de Fuerteventura. Rodeada por restos del antiguo convento de San Buenaventura, la ermita guarda siglos de espiritualidad, resistencia y folclore.

Situada en la parte norte del pueblo, esta pequeña joya forma parte del Conjunto Histórico de Betancuria, protegido desde 1979. Caminar por sus alrededores es sumergirse en uno de los capítulos más intensos y desconocidos de la historia canaria.

Cuenta la tradición que en este lugar San Diego de Alcalá, fraile franciscano enviado a Canarias en 1441, se retiraba a orar en una pequeña cueva. Durante sus años en la isla, no solo predicó el Evangelio, sino que defendió activamente a los aborígenes frente a los abusos de los conquistadores. Su firmeza lo obligó a abandonar la isla en 1449, pero su huella quedó impresa para siempre en este paraje.

De las cenizas, una nueva ermita

La actual edificación se levantó en la segunda mitad del siglo XVII, tras la devastadora incursión berberisca de 1593, que arrasó buena parte de Betancuria. Con piedra clara y techumbres a cuatro aguas, la ermita fue reconstruida con sencillez y recogimiento, en sintonía con el espíritu franciscano.

El templo cuenta con dos naves separadas por pilares y arcos que sostienen las cubiertas, una sacristía adosada y accesos en arco de medio punto y apuntado. En su parte superior, un hueco sugiere la existencia de un antiguo campanario. La famosa cueva de San Diego permanece a la cabecera de la nave del evangelio, conservada como un rincón de recogimiento y misterio.

Uno de los elementos más intrigantes que esconde esta ermita es un trozo de cuerda. Según la tradición popular, con ella los monjes franciscanos enfrentaban al mismísimo Diablo dentro de la cueva. Y no es la única leyenda: cerca del templo se halla el conocido "pozo del Diablo", del que se dice que fue el lugar donde alguien lo ató. Un vecino de La Ampuyenta, compadecido, lo liberó... y desde entonces, se afirma que "el demonio anda suelto por allí".

Estas leyendas forman parte del folklore oral de Fuerteventura, transmitido de generación en generación, y otorgan a la ermita un aura de misterio difícil de encontrar en otros lugares de las islas.

Patrimonio cultural que perdura

La importancia de la Ermita de San Diego de Alcalá no radica solo en su antigüedad, sino en lo que representa: un símbolo de la vida espiritual, de las leyendas populares y de la identidad histórica de Fuerteventura. Forma parte de un conjunto patrimonial que incluye el convento de San Buenaventura, primer cenobio franciscano de Canarias.

Betancuria, con sus calles empedradas y su paisaje agreste, nos invita a reflexionar sobre cómo vivieron los primeros religiosos en la isla. Pisar el suelo de esta ermita es acercarse a las raíces de la fe en Canarias.

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