Biniam Girmay pasó el martes de la gloria a una sala de urgencias de un hospital por un absurdo accidente en el podio que se habría podido evitar. El ciclista eritreo se convirtió en el primer corredor de raza negra en ganar una etapa en una carrera ciclista de tres semanas tras adjudicarse la décima etapa del Giro tras un emocionante y vibrante esprint con Mathieu van der Poel, quien lo felicitó en la misma meta con un gesto desde su bicicleta.

Como todos los vencedores de etapa, Girmay fue a destapar la botella de Prosseco, de la marca que patrocina el Giro, con la mala fortuna que el tapón de corcho salió disparado e impactó en su ojo izquierda. El conjunto del Intermarché esperó a la salida de la 11ª etapa para determinar si su joven estrella continuaba en carrera, ya que esta misma semana podía gozar de al menos otras dos oportunidades para ganar otra etapa de la prueba.

Sin embargo, la inflamación en el ojo izquierdo le impedía ver con normalidad y, evidentemente, por razones de seguridad, era imposible que partiera con un parche, ya que era un peligro tanto para él como para el resto de corredores. Ahora, Girmay deberá replantear la temporada, ya que la intención era que con 22 años centrara el año 2022 con la disputa del Giro.

No es la primera vez que ocurre un incidente de este tipo en el podio del Giro. Ya le pasó, por ejemplo, a Van der Poel tras imponerse en la etapa inaugural de la carrera. Los corredores no pueden abrir la botella por el peso si esta no está en el suelo y, por el calor, el tapón sale antes de que los corredores se puedan apartar. Van der Poel evitó por escasos milímetros el impacto en el ojo, pero Girmay no tuvo tanta suerte. Todo se arreglaría si se abriera la botella de Prosseco, el más famoso de los vinos espumantes italianos, antes de entregarla a los corredores y estos solo tuvieran que remover el vino para que saliera disparado y dar así mayor colorido a su victoria.