Días antes de la víspera del Pino, decenas de peregrinos recorren los caminos y senderos que llevan hasta Teror desde diferentes puntos de la Isla para cumplir un año más con sus promesas ante la Virgen del Pino. Muchos prefieren realizar el recorrido antes del 7 de septiembre, la fecha oficial de peregrinación, para disfrutar de una mayor tranquilidad durante el trayecto. Esta es la jornada que un grupo de caminantes ha elegido para llevar sus peticiones y agradecimientos hasta la patrona de Gran Canaria.

10.30 horas

Ángel, Dácil, Yilmar, Chano, Yahir, Mari Carmen y Alicia llegaron a las 10.30 horas a Tamaraceite, su punto de partida para comenzar a caminar hacia Teror. Paradójicamente, los miembros de este grupo de amigos viven todos en dicha localidad. "Para poder hacer el camino cogemos la guagua y bajamos hasta Tamaraceite. Una vez allí comenzamos a andar", explica Dácil, de 23 años.

Ataviados con la ropa y el calzado más cómodo que han encontrado, inician su peregrinaje por la carretera. "Hay que tener cuidado con los coches, pero esta es una época en la que hay muchos caminantes y los coches vienen también con cierta precaución", señala Mari Carmen. Son un grupo grande, por lo que se hace inevitable que algunos vayan más adelantados que otros en ciertos tramos. "Si nos despistamos no nos cogen", afirma entre risas Ángel, que encabeza el grupo junto a Dácil, mientras señala al resto de sus compañeros.

Cada uno lleva consigo una promesa que les empuja a realizar esta ruta cada año. "Llevamos mucho tiempo haciendo el camino de Teror. Para nosotros es una tradición, aunque cada uno va con su motivación", explica Yilmar. Dar las gracias por superar una enfermedad o simplemente pedir para que el año que viene puedan volver a reunirse en esta fecha son algunas de sus intenciones. "Yo voy para pedir que me bajen la hipoteca pero creo que no va a servir de mucho", bromea Chano.

12.00 horas

Llega el momento de hacer una parada y recuperar fuerzas. A un lado de la carretera el grupo encuentra un rincón perfecto en el que descansar unos minutos y tomar algo que les refresque. "En las mochilas llevamos un poco de todo: agua, plátanos, papas...", dice Alicia. Aunque todos tienen claro que el verdadero manjar lo tomarán en Teror. "Cuando lleguemos nos comeremos un bocadillo de chorizo", afirma Ángel.

Mientras comen, disfrutan del paisaje y de la tranquilidad que ofrece una zona Hoya Fría. "Nos gusta ir a Teror un par de días antes de la fecha oficial porque evitamos el agobio de la gente, las peleas y los malos rollos", afirma Yilmar. Las chicas tienen clara su razón. "Es mucho más cómodo para disfrutar de la romería porque si no tienes que ir corriendo a casa para cambiarte de ropa y es un trajín. Así es todo más calmado y a nuestro ritmo", explica Mari Carmen.

A unos metros de ellos, otro grupo formado por cuatro chicas continúa con su marcha. Para Sara, Claudia, Romina y Bárbara esta es la primera vez que realizan el camino juntas. "Vamos para dar las gracias por haber aprobado la Selectividad", explica Claudia.

Con cierta duda entre si realizar el camino tradicional o ir por el nuevo puente que conecta con Teror, finalmente deciden ir por el sendero de toda la vida. "Este es el camino real, lo del puente es algo nuevo y no vale. Para cumplir la promesa hay que echar por el camino viejo", afirma Sara con rotundidad.

Al igual que el otro grupo de peregrinos, estas cuatro amigas también son de Teror. "Comenzamos a caminar a las 10 de la mañana desde Tamaraceite pero vamos con un ritmo tranquilo", señala Claudia. Tras haber hecho el descanso de rigor, con paso ligero continúan su andadura charlando y riendo.

14.00 horas

Tras más de tres horas caminando, los siete amigos bajan por la calle principal de Teror. Por el camino se han unido dos miembros más al grupo. Todos han cumplido por fin su misión. "El objetivo de este año ya está hecho, ahora toca esperar al año que viene", afirma Yilmar, poco antes de entrar a la iglesia.

A las puertas de la basílica también llegan Sara, Claudia, Romina y Bárbara. "Lo conseguimos", exclaman mientras suben los escalones que conducen a la entrada del templo y recuperan un poco el aire perdido. Tras realizar los agradecimientos y pedir por un buen futuro, las jóvenes aprovechan el fin de la jornada para comer algo. "Verás como hoy no almuerzo", se dicen entre risas.

El ir y venir de los visitantes envuelve el ambiente más próximo a la iglesia. Todos aprovechan para ver a la Virgen de cerca antes de que la aglomeración que se avecina en los próximos días les impida hacerlo con calma. "Ha hecho algo más de calor durante el último tramo pero ha estado muy bien, como siempre", señala Ángel, que por el camino ha aprovechado para coger una caña y ayudarse a caminar con más agilidad.

Una vez dentro de la basílica todos acuden ante la figura de la Virgen del Pino. Algunos de pie, otros sentados, pero todos en silencio, dan las gracias por haber llegado y piden sus deseos más personales. Luego llega el turno de inmortalizar la hazaña. Con la Virgen como testigo, todos se agrupan para fotografiarse. Es la prueba de que, como buenos peregrinos, han llegado hasta el final de su camino.