El 7 de septiembre de 1952 se celebró la primera romería del Pino. Pedro Grimón había nacido tres días antes en la casa familiar junto al convento del Císter, a escasos trescientos metros del Castañero Gordo, donde arranca la ofrenda. La vida de Teror y la de Pedro Grimón han dado muchas vueltas desde entonces, pero él acude a la ofrenda como cada año, al menos desde que tiene uso de razón. "Yo tengo recuerdos de venir aquí con cinco años, cuando mi padre me vestía de típico y me subía a alguna de las carretas", rememoró ayer junto a su última obra, una barbería con todos los detalles, incluido el barbero, sobre una tarima arrastrada por bueyes.

Aunque vive desde hace 15 años en Santa Lucía de Tirajana, el lugar y la fecha de nacimiento le han marcado, pues ha dedicado parte de su vida a estudiar las costumbres y tradiciones canarias, desde el origen de las fiestas hasta los colores y telas de los trajes típicos. Ahora es el diseñador de la carreta del municipio sureño y se queja de que algunos ayuntamientos aún no han entendido el espíritu de esta fiesta.

"Antes era todo más natural, me da la impresión de que ahora se busca más la estética y el efectismo, no el valor etnográfico", apuntó Grimón, quien consideró que Teror era también un pueblo más acogedor hace medio siglo. "Cuando yo era niño las puertas estaban siempre abiertas, había parrandas y mucha camaradería; la gente venía caminando desde muy lejos y llegaba reventada, por lo que después de ver a virgen se echaba a dormir junto a las casas y los vecinos les atendían lo mejor que podían", recordó.

Pese a estos cambios, cree que Teror "ha tenido suerte con sus alcaldes y representantes municipales, porque al margen de los colores políticos, todos se han preocupado por mejorar esta tradición y esta romería es probablemente la mejor organizada de toda Canarias".

Juan Manuel Ramos y Rosa Bravo también vinieron al mundo en las semanas anteriores o posteriores a aquel 7 de septiembre, pero en dos extremos opuestos de la isla, Gáldar y Mogán. Ambos comparten devoción por la virgen del Pino, pero no acostumbran a pedirle algo a cambio. Con la guitarra colgada al cuello, Ramos aseguró que sube a Teror desde que era veinteañero, por lo que ya lleva cuarenta casi ininterrumpidos. "De joven venía caminando desde San Isidro de Gáldar, salíamos a las seis de la tarde para evitar el calor y llegábamos a medianoche, haciendo alguna perrería por el camino", comentó.

Rosa Bravo tiene los mismos sesenta años que la romería y no lo oculta. Su familia, propietaria de una finca en Las Casillas de Mogán, es la que surte la carreta de los mejores aguacates, mangos, papayas y membrillos. En la última década no ha faltado ni una vez. Tampoco lo han hecho otros sesentones como José Bermúdez, de Telde, que en años mozos cruzaba media isla Higuera Canaria, La Gavia, La Atalaya, Santa Brígida y Pino Santo. O Loreto Navarro, que llegó desde el mismísimo Dedo de Dios de Agaete. O Pilar Molina, nacida en Tejeda y conocedora de los caminos que llegan a Teror.