Hoy viernes es un día grande para Santa María de Guía (o Guía de Gran Canaria en el hondón de los nostálgicos), pues tiene lugar el arranque de una celebración que es al mismo tiempo efeméride, al cumplirse este año el bicentenario de la fiesta votiva de raíz popular más importante de la Isla. Lo hace en el remozado espacio del Teatro Hespérides con la presentación del libro que ha escrito el archivero de Guía, Sergio Aguiar Castellano, a cargo del doctor en Historia Manuel Ramírez Muñoz: La Fiesta de Las Marías en Guía de Gran Canaria, 200 años de Historia de una Promesa a la Virgen de Guía (1811-2011). En el mismo acto los mayordomos harán entrega de reconocimientos a organismos y aquellas personas que se han significado por el engrandecimiento de la Fiesta de Las Marías. Las distinciones recaerán en el Ayuntamiento, Sergio Aguiar, Toni Caballero, Luis Jiménez Mesa y Ramón Rodríguez Santiago.

El estallido seco y lejano de un volador, al que le sigue otro y otro desde diferentes puntos del municipio nos avisa que amanecemos al día mágico de ese cada tercer domingo de septiembre. Colores y aromas de flor, tambores, bucios, papagüevos. Ésta es una fiesta de esencias puras fruto de aquella dramática sequía, acompañada por la invasión de la cigarra berberisca que arrasaba por completo los cultivos en una sociedad eminentemente agrícola. La pureza de la promesa hecha en la desesperación se ha conservado por generaciones de guienses, celosos de su historia y su compromiso del voto; y a pesar del tiempo ya ido y las costumbres por los cambios generacionales, el celo y la dedicación de unos Mayordomos hace que comprendamos el milagro. Éstos, que tienen el honor de celebrar los 200 años de Las Marías, son fiel exponente del cariño, el rigor y la dedicación, que es lo que ha hecho que esta romería sea de las más serias y solemnes dedicadas a la Virgen desde el punto de vista religioso y festivo.

Cuando Ella asoma a la puerta principal del templo es de ver la emoción contenida de los creyentes romeros, y el corazón más duro se rinde ante la contemplación de rostros de mujer enjugando lágrimas de amor por su Virgen de Guía, engalanada y ataviada para la ocasión con el bello manto verde.