Se presentó anoche en Guía el libro titulado Fiesta de Las Marías. 200 años de historia de una promesa, editado en colaboración con diversas instituciones por los mayordomos de la aquella celebración votiva y que agrupa, recopilados por el archivero municipal de aquella ciudad Sergio Aguiar, una amplia historia del compromiso realizado por los vecinos de las medianías de la comarca como gratitud a la Virgen-patrona porque, según la tradición oral transmitida hasta nuestros días, una lluvia "milagrosa" les libró de la amenazadora plaga de langosta que arruinó sus cosechas. Sergio Aguiar resume, entre otros aspectos, los antecedentes históricos de la plaga, la denominación de la fiesta, la labor de los llamados Mayordomos organizadores de la misma para concluir con fechas y curiosidades en torno a ella.

Se hace preciso anotar aquí que en las páginas de este muy meritorio volumen se compilan, entre otros temas, las citas de diversos personajes de la vida cultural, social y religiosa de la ciudad y de la isla que se recogen en algunos testimonios manifestados a partir de la mitad del XIX como es el caso, por decir un ejemplo, del médico Domingo Déniz (1854) y diversos acuerdos, comunicaciones y escritos que figuran en las actas municipales de aquel pueblo que aluden a la inicial celebración de la votiva fiesta refiriéndose a 1811 acaso recogida de la tradición oral, porque en las mismas actas no figura cita alguna que aluda directamente a la instauración de la fiesta que, en algunos viejos comentarios llevados al papel se ha podido advertir que, incluso, se insinúa que puro ser instaurada a finales del XVIII. Cierto que en aquel ayuntamiento se conservan solo a partir de 1840 por extravío de las se iniciaron en 1812 hasta esa fecha. Además en el archivo parroquial no hemos advertido ninguna anotación o referencia que aluda directamente al inicio de las fiesta de Las Marías tal vez por tratarse de una promesa popular que no le atañía directamente a aquella iglesia, salvo el hallazgo con que nos premió la paciencia localizando hace varias décadas un escrito considerado personalmente como la única, de momento, constancia documental que se conserva en aquella parroquia. Se trata, como en su día se dio a conocer, del escrito que en mayo de 1812 (parte del cual se reproduce aquí), envió el beneficiado Juan Suárez de Aguilar al obispo Verdugo que se encontraba en Teror en el que alude directamente a la "epidemia [de fiebre amarilla] que acaba de sufrir el vecindario de Guía, a la devastadora presencia de la langosta que arrastró con la esperanza [de los agricultores] de muchos años, que lo han constituido en el doloroso estado de no poder pensar más que en la pobre conservación de esta iglesia..."

Es evidente que el cura Suárez de Aguilar se refiere, entre otras cosas, al paso de la langosta y los estragos que esta causó en los cultivos de la zona y, en consecuencia, a la penuria económica de sus convecinos. Podría extrañar que no se refiriera a la implantación por aquéllos de la promesa votiva a la patrona gracias a la oportuna lluvia que acabó con la plaga. Pero escrita la carta en mayo de 1812 el "milagro" se habría producido a finales de 1811 y todavía no había arraigado en la población, que en tiempo inmediato decidieron la celebración anual de Las Marías, compromiso a modo de ofrenda que este año celebra su segundo centenario.