El Cristo de Telde ya descansa desde anoche en su trono procesional. La tradicional Bajada de la imagen desde la hornacina del altar mayor, acto multitudinario que el próximo año cumple su primer siglo de vida, volvió a erigirse en la enésima demostración de fervor que le profesan muchos grancanarios a esta mágica obra de la imaginería mexicana, manufacturada por los indios tarascos del estado de Michoacán en el siglo XVI y que, tras la Virgen del Pino de Teror, es para muchos la pieza que más pasión despierta en la Isla.

De eso volvió a dar fe de nuevo una atestada basílica de San Juan, con más de mil personas -200 de ellas desde la plaza- siguiendo anoche en directo el ritual del lento descenso del Cristo, ejecutado con maestría y la ayuda de dos cuerdas y escaleras por sus mayordomos.

Abajo, en el presbiterio, la alegoría fabricada con pasta de maíz era esperada de manera ansiosa por sus feligreses y una veintena larga de sacerdotes, los mismos que se encargaron de trasladarla en alto, y en medio de una incesante lluvia de vítores, lágrimas y aplausos, hasta su lustroso Cristomóvil.

Depositado en el interior de esta urna de metacrilato, fue entonces cuando el pueblo pudo acercarse para darle las gracias por los favores concedidos o pedirle alguna ayuda mientras rozaba estampitas en la base de su cruz, la tocaba o directamente la besaba. Un gesto que décadas atrás también se hacía con otras partes de su frágil cuerpo, pero que está prohibido tras la delicada restauración de la que la obra fue objeto en 1997.

Bien entrada la noche, los voluntarios de la parroquia de San Juan fueron los encargados de limpiar la imagen con una brocha y guantes a puerta cerrada. El Cristo saldrá en procesión por las calles de Telde mañana, tras la misa de las 19.30 horas, para proceder el día 22 a su subida. Un acto en el que será despedido con toda solemnidad y los acordes de la Banda Municipal de Música de la ciudad.