Un día debió cansarse de usar las manos y optó por darle un giro a su actuación. Vio en Roma algo que le cautivó y se puso pies a la obra. Desde hace una década, la argentina Verónica González es una de las dos titiriteras profesionales de pies en el mundo. Hoy actúa en la plaza de Arucas (19.00 horas) y mañana, en el marco del festival Tres Días de Farándula, lo hace en la de San Juan de Telde (18.30 horas).

La suya es una performance inusual. "No hay diálogos, sólo algo de vestuario y música de fondo", explica mientras se calza en la planta de los pies dos personajes valiéndose de unos trajes y unas máscaras con ojos, cada uno de un sexo, y los pone a hacer simpáticas y curiosas filigranas ante la cámara.

Verónica apunta que sólo ella y otra compañera, Laura Kivel, son las que se ganan a día de hoy el pan en el planeta con esta curiosa técnica, para la que le gustaría crear una escuela específica el día de mañana.

En la interpretación que brindará este fin de semana en Telde hilvanará unas nueve historias con una media de dos personajes. Ella no habla, sólo mueve sus manos y pies y deja que la sinopsis se desarrolle sola y sea asimilada entre el público, del que, apostilla, se siente muy agradecido.

"Una vez una abuela me dijo que siempre se aburría con su nieto yendo a actos, pero que con el mío ella se lo había pasado hasta mejor", confiesa entre risas tras recordar que por actuar hasta actuado con una pierna enyesada y ha pisado escenarios de medio mundo con Japón, Singapur o Brasil como lugares más exóticos. El marinero, la hawaiana o el arlequino son tres de los personajes que ahora lleva en su show, el de una artista de los pies a la cabeza.