A cochafisco y millo recién tostado. Agüimes entera quedó ayer tarde así, embriagada por los olores de su tradicional subida del millo, un evento rebosante de tipismo y canariedad que este año cumplió su octava edición con más de 600 seguidores realizando, al son de dos parrandas, el habitual recorrido de dos kilómetros existente entre la plaza de Nuestra Señora del Rosario y los Molinos de Lolita y Ananías. Nuevamente, la cita se convirtió en un éxito rotundo, tanto en lo que a participación se refiere como en cuanto a su filosofía, con muchos niños implicándose en un evento que trata de evocar, desde su creación, una de las costumbres más típicas de la villa: la del continuo desplazamiento de los vecinos y las vecinas de la localidad a este tipo de ingenios para llevar el millo tostado y elaborar uno de los productos básicos de la alimentación de décadas atrás. Esto es, el gofio.

En esta ocasión, fueron cinco los burros y dos los carros en los que se trasladaron los ingredientes básicos para el conduto. Arriba ya descansaban, desde hacía varios días, 150 kilos de materia prima para elaborar el gofio que la próxima semana se bajará hasta el casco. Ayer, por el contrario, fueron 15 los que se subieron para elaborar el cochafisco y las piñas asadas de las que chiquillería pensaba dar buena cuenta.

"La fiesta está resultando todo un éxito", resaltaba bajo una meteorología apacible la responsable municipal de Festejos, Estefanía Almeida, muy agradecida con el pequeño descenso de las temperaturas que se había producido en apenas un par de horas.

"Al fin y al cabo, lo que pretendemos es que los más pequeños y las más pequeñas de la casa puedan disfrutar con sus padres y madres de una jornada festiva", concluyó.