Primero fue la sidra, luego la repostería, después el vinagre y ahora todo un menú. Valleseco va a toda manzana. Desde el año 2007, cuando el Ayuntamiento se afanó en recuperar el cultivo más emblemático de su municipio, que tiene fiesta propia en la localidad, hasta el día de hoy ha conseguido alfombrar aún más las fincas y huertas con un bosque de 19.500 matos, que pronto serán 22.500 con una nueva campaña de reforestación.

Son, en fruta, 16.000 kilos de manzana. Unas para hacer la sidra Gran Valle, 10.000 litros de la cosecha 2010, otras para el vinagre, y unas cuantas más para la última ocurrencia municipal: unas jornadas gastronómicas en los restaurantes de Valleseco que empezaron el lunes y que ayer al mediodía ya habían disfrutado unos mil comensales.

La carta está compuesta por ocho suculentos platos, ocho recetas diseñadas por el chef Felipe Cárdenas para este acontecimiento. Crema de calabaza y manzana o muslo de pato con milhojas de papa y manzana, y que también se comen en inglés: leg of duck and potato and apple millefeuille, porque resulta que la cita está financiada por el Patronato de Turismo, y se han colocado dípticos con mapas en las estratégicas oficinas de alquiler de coches en las zonas turísticas de la isla. Y hasta arriba llegan guiris ávidos de manzano.

Ayer a eso de las doce y pico del mediodía Adán Pérez, del restaurante Hermanos Santana, andaba en cocinas descorazonando con un descorazonador una tonga de manzanas, mientras confesaba: "Todo va mejor de lo que yo esperaba".

Lo que es el pato, lo echó todo para fuera, y también el solomillo. Pérez pasaba del descorazonador al naife para filetear unas papas panaderas. Y luego preparaba unas morcillas. Para la una del mediodía el fogón de los Santana. También enseñaba una bandeja de carrilleras, Backenfleisch vom Schwein, en alemán.

Cae el alcalde por allí, Dámaso Arencibia. Pide enseñar una botella de vinagre de manzana local: "Mire, esto es crema Nivea" y se atiene a informar de lo que se trae entre manos con las jornadas. Habla de precios, todos unificados en los siete restaurantes. El plato más carísimo es el muslo de pato: 9,50 euros. Y, a través de una emisora de radio, se sortea un menú para dos personas "desempleadas", previa presentación de la cartilla del paro.

Para rematar el asunto, el domingo una guagua gratis va por los restaurantes para, entre comistraje y comistraje, enseñar a la clientela el trapiche de la sidra. "Esto es un éxito total", sentencia Arencibia. Y que lo diga.