Igual que el papel interpretado por Tom Hanks en La terminal, pero con muchísimo menos glamour. Un ciudadano alemán lleva residiendo más de un año en la terminal de salidas nacionales e internacionales del aeropuerto de Gran Canaria -el quinto por número de pasajeros de todo el país y por el que pasan cada año entre 9 y 10 millones de viajeros- sin que las distintas instituciones que podrían remediar su situación, que roza la indigencia, hayan podido hacer algo al respecto.

El hombre en cuestión, que sólo habla alemán y el pasado jueves no quiso hacer declaraciones a este medio, ocupa desde 2010, rodeado por todo tipo de pertenencias, una bancada de asientos situada en la pared sur de la terminal de salidas, justo enfrente de los mostradores números 86 y 87 y con unos baños a su lado. Allí se encuentra descalzo, con los pies hinchados y parapetado por toda una serie de elementos entre los que destacan una colchoneta, una maleta grande, bolsas, decenas de botellas de plástico de agua, alguna que otra de vino y varias piezas de fruta y comida.

Según explicaron fuentes del aeropuerto de Gran Canaria, el ciudadano teutón puede permanecer todo el tiempo que quiera en este espacio "al tratarse de un recinto público abierto las 24 horas, ser un ciudadano con sus papeles en regla y no haber generado ningún tipo de altercado que requiera la intervención de las fuerzas de seguridad".

La identidad del individuo en cuestión es toda una incógnita para muchos de los trabajadores del complejo. Este rotativo intentó averiguarla en algunas de las instituciones que se han interesado por su caso, como son el consulado alemán en Las Palmas de Gran Canaria, el propio Aeropuerto, las concejalías de Servicios Sociales de Telde e Ingenio y la Policía Nacional, pero la mayoría de estas fuentes optaron por aportar los menos datos posibles sobre su presencia.

El cónsul alemán, Peter Schmid, apuntó que el inquilino de Gando "es un señor que no se deja ayudar y al que hace ya un año le hicimos una investigación con la ayuda de la policía en Alemania. Hemos intentado tramitarle un pasaporte, pero él no lo quiere. Desea vivir en el aeropuerto y que no le molesten y la última residencia oficial suya que nos consta está en la ciudad de Bernkastel, en Renania".

En AENA, por su parte, sostienen que no pueden hacer nada para acabar con su situación de precariedad y la imagen que da a los usuarios. "Si no acepta ayuda y no comete ningún delito, hay poco que hacer. Los jueves, eso sí, el servicio de limpieza se acerca acompañado por la Policía Nacional adonde se halla para retirar los enseres y limpiar. Y él colabora en todo momento".