El municipio de La Aldea de San Nicolás se encuentra durante todo este mes de enero en una situación de espera a la decisión de Cruz de Roja de reabrir o no su puesto en el municipio, cerrado el pasado día 1 de enero tras concluir su convenio con el Servicio Canario de la Salud y recibir una denuncia de sus trabajadores y los de Mogán, tras la cual la ONG deberá pagar 80.000 euros por impago de horas extras y cotizaciones a la Seguridad Social.

Su cierre ha dejado una profunda huella en el municipio, especialmente a su voluntariado que, con el apoyo del Ayuntamiento y el que esperan recabar de los aldeanos, no descartan organizar movilizaciones para tratar de reanudar un servicio de más de treinta años de vida y que forma parte de la propia historia de la localidad.

La lejanía, a más de 80 kilómetros del Hospital General de Gran Canaria Doctor Negrín, y las 365 curvas que separan Agaete de La Aldea de San Nicolás, hacen del servicio de Cruz Roja una prestación muy especial que, según el propio alcalde, José Miguel Rodríguez, es difícilmente sustituible por un personal que no sea de la propia Aldea. En estos momentos ha tomado el revelo de la organización no gubernamental una dotación del Servicio de Urgencias Canario (SUC) destinada al transporte sanitario.

"La población echa de menos a la Cruz Roja", subraya el presidente de la Corporación, y espera que el Gobierno de Canarias y la propia organización retomen las conversaciones para poder reabrir el número 79 de El Cruce, en cuyas cocheras aún permanecen varios de los siete vehículos destacados allí.

Mari Carmen Miranda es una de las voluntarias de Cruz Roja en La Aldea. No duda ni un momento que el personal que ahora realiza el servicio sea eficiente pero añade el matiz de la cercanía y el conocimiento del terreno. "El municipio", informa, "está compuesto por muchos barrios disgregados, con mucha población que vive en medio de fincas. Nosotros conocemos la patología de los enfermos y la toponimia de muchas zonas que no aparecen en la cartografía del GPS. Y todo ello el voluntariado aldeano lo conoce exactamente, y aunque la calidad de la intervención será la misma, con nosotros siempre es más rápida".

Además cuenta el volumen de las dotaciones. Con dos ambulancias en la actualidad ocurre que en ocasiones el municipio queda durante horas sin cobertura en el caso de dos servicios a la vez. Barrios como Tasarte, a 20 minutos de distancia del centro urbano o Tasartico, a 25 minutos, complican aún más la situación.

De hecho, según Miranda, "en La Aldea se producen ocho intervenciones diarias tanto en domicilios como en traslados a la capital, por lo que hay pacientes que quedan hasta tres horas esperando por el servicio".

Según la voluntaria, "nos hemos quedado chafados" y eso que su labor no es precisamente fácil: "El personal ha llegado a hacer hasta tres viajes seguidos, lo que suponen nueve horas sin poder descansar, soportando una curva tras otra en la parte de atrás del vehículo". Un ejemplo que ilustra la odisea es que "muchos aldeanos han nacido en la ambulancia".