La Cumbre celebra este aniversario de la pasión y muerte de Cristo con zanga y sancocho. Una buena tonga de isleños se desplazaron desde vísperas en sus diversos medios de locomoción con bacas y portabultos colmatados de avituallamiento y los más heterogéneos medios de pernoctar.

A pesar del frío fino, este tipo de fríos que inciden en los tuétanos, los por unos días aborígenes del pinar se levantan desde que el hombre del pan de huevo asoma, sobre las ocho de la mañana, por campamentos y lugares de barbacoas.

A partir de esa retreta comienzan humaredas, primero de café y leche, y con el tiento de la mañana, de carbones para asaderos de sardinas, o del perolaje destinado a la paella, plato de gran predicamento por la abstinencia de la carne.

El comistraje no ocupa lugar y no hay hora -ni de la tercia ni de la otra- en la que no esté algo al fuego. Esto pasa en el campamento de El Garañón, un complejo residencial sobre ejes ubicado muy por encima de las nubes. Al fondo "Ciudad Jardín, porque de allí no vienen ruidos", y más acá la más bulliciosa "Era del Cardón", explican Vanesa Hernández y Milvina González con un cucharón plano en la mano, mientras entretienen el arroz Brillante bailando con unos mejillones, lapas, langostinos y pimientos sobre un fuego regular que proporciona una compleja Butsir de varios quemadores y que hoy estará dando fosnalla a un sancocho de reglamento.

Las actividades son diversas. Está el guitarreo, el antiguo paseo hoy denominado senderismo, o el amor. "Anoche hicimos el amor", confirma científicamente Cesáreo Tejera, sin entrar en más detalles sobre la mecánica de este divertido proceso.

Dentro del tinglado es Rafael Sánchez el que presenta su inédita cápsula de invernar. Por fuera, en grandes letras pone Aluminios Alsara y el chisme es lo que viene a ser un remolque de toda la vida pero construido por el propio Sánchez, y del que en su interior al principio cuelgan perchas y reposan calderos y otros objetos propios de la vida al exterior de la alcoba. Se diría imposible subsistir allí una vez agotado el oxígeno. Pero sí. Sánchez le da a una palanqueta que baja una cama, y el remolque ahora es un dúplex. De una esquina sale un chorro-ducha. De arriba, una ventanilla con mosquitera y así suma y sigue en una sucesión de gadgets difíciles de asimilar de un simple vistazo. ¿Su valor? "No se puede valorar", confiesa el autor.

Incalculable también es el comistraje del grupo formado por varios componentes de la Agrupación Folclórica Roque Nublo, ya algo más cerca de los Llanos de La Pez, ayer a rebosar. Más que un condumio se trata de una despensa puesta sobre una mesa. Y eso que parece que se va uno: "Dice que te vas, dice que te vas para La Gomera", le cantan.