Su marcha no es humanamente comprensible. No lo es. El Señor se lo llevó muy temprano, pero no debemos preguntarnos el porqué. El tiempo que estuvo entre nosotros hizo feliz a los suyos, y ahora Dahionet ya no descansa en paz, sino que está en paz. Seguro que él ahora está rezando por sus padres". El párroco de San Gregorio, Luis Marrero, y el del barrio de La Breña, Fernando Báez, protagonizaron ayer una de las misas más dolorosas que se recuerdan en Telde, la que vino a rendir tributo a la figura de Dahionet Isaac R. T, el pequeño de dos años fallecido trágicamente el lunes al caer su padre con él en brazos en una escalera del edificio en el que vivía.

Unas 200 personas, la mayoría vecinos de los padres del menor procedentes de Los Llanos y del citado pago cumbrero, acudieron a dar el último adiós al niño. Las nubes cerraron desde primeras horas de la mañana el cielo teldense. A las once y veinte, del coche fúnebre salió el pequeño féretro blanco con el cuerpo sin vida de la criatura. Sus padres, Evelyn y Sebastián, destrozados y abatidos por la desgracia, aguardaban desde hacía unos minutos la entrada del mismo a un templo en el que muy pocas personas lograron reprimir las lágrimas.

La madre del chico, de nacionalidad dominicana, tenía intención de dirigir unas palabras de agradecimiento a los presentes, pero la tensión y la amargura acabaron con las pocas fuerzas que le quedaban. Sufrió un desmayo casi al final de la misa de ángeles y tuvo que ser sacada en volandas hasta un banco de la plaza. Su pareja a duras penas se mantenía en pie, roto por una tragedia imposible de digerir. Tan dolorosa que hasta el propio cielo lloró cuando el pequeño ataúd partió en dirección al cementerio donde finalmente recibió sepultura.