Markito, Sarita, Lola, Tobita, Pedro, Sofía, Pinito, Rastatún... Una enorme pizarra colgada en la pared sorprende a cualquier cliente nada más entrar. En ella se recoge hasta 137 nombres. Se trata de sus clientes y, sobre todo, se trata de bocadillo de autor, en el que aparece la receta que degustó por primera vez esa persona. La impulsora, María Oramas, ha hecho de El Mesón del Bocadillo, en Las Nieves (Agaete), un rincón de la variedad gastronómica, al que acuden personas exclusivamente para degustar alguna de sus variedades personalizadas, y en el que no faltan dentro del pan las carnes, frutas, nueces y rúcula, los productos tradicionales, y variedades para vegetarianos.

Debe ser uno de los pocos lugares en los que la clientela llega a un local y pide un bocadillo al gusto de la cocinera. Los visitantes se fían de María Oramas, que tiene la creatividad para alternar toda una gama de sabores que sacian el paladar de las personas que se ponen en sus manos.

"Los bocadillos los hago improvisando. Primero en el supermercado cuando voy viendo los posibles ingrediente, y luego cuando me pongo a hacerlos". María Oramas ha desarrollado una especial habilidad que ha convertido su cocina en un recetario muy diverso y rico, donde no falta, dice, el aceite de oliva extra virgen, que es uno de sus secretos. Como también forma parte de la riqueza de este local de Las Nieves los cafés, de la mano de Marco Ongaro.

Pino Ruiz lleva el número de los 22 de estos bocadillos, conocido por Pinito. Lleva Chorizo de Teror, queso de cabra y miel, según la receta original que ha quedado impresa. "Cuando alguien pide el mío me entra una sonrisa", afirma.

Antonio Hernández, conocido por Rastatún, es vegetariano. Y también tiene su especialidad, que incluye crema de atún con millo, rúcula y tomate. "Me encanta, y no tiene sabor a carne", exalta, al que se le añade en ocasiones nueces y fruta. Víctor Pérez, El Capi, reconoce que siempre se deja hacer "experimentos" culinarios y que solo cuando está en la playa descubre los ingredientes y sabores. "Cada día es distinto el bocadillo", añade.

La lista de al pizarra es extensa, y muchos de sus nombres se han ido renovando, porque ya no hay espacio para tanto bocadillo. Entre ellos, el Pedro, que lleva pechuga molida, tomate seco y pimiento; el Tobita, con churro de pescado, tomate seco, rúcula y mayonesa al pesto.

Pero, ¿cómo surge este ingenio? María Oramas habla de que hace algunos años uno de sus clientes, Pedro, le pidió un bocadillo especial. Y le propuso que si le gustaba le ponía su nombre. Así empezó esta tradición de este Mesón del Bocadillo. Lo curiosos es que ella no suele probarlos, aunque quienes lo hacen afirman que tienen un sabor nuevo y variado. "Hay gente atrevida", dice con una sonrisa.

María Oramas habla de que su trabajo es como pintar un cuadro, en el que se requiere imaginación, y una buena selección en el supermercado. "Busco mucho los productos frescos". Y, para ello, no escatima sabores alternativos como el arándano y la rúcula ("es impresionante lo que puede hacer la rúcula").