¿Cómo surgió la idea y cuándo se constituyó Destruar?

Esta empresa se constituyó en 2008 y yo la adquirí por completo en julio de 2010. Cambiamos la forma de trabajar, la dirección y toda la idea de la empresa. Antes de yo comprarla estaba más enmarañada, porque se dedicaba también a otras actividades. A lo que yo le veía más posibilidades era a la parte de la destrucción confidencial, que es una actividad desconocida; es muy original, y cuando lo vi me atrajo porque me resultó algo bastante novedoso.

¿A qué se dedica exactamente la firma?

La empresa se dedica a la destrucción de material confidencial, tanto in situ como en planta, aunque por necesidad a veces terminamos gestionando a los clientes otros residuos, cobrando solamente un precio simbólico, prácticamente gratuito. Nuestra sede está en San Bartolomé de Tirajana y estamos acondicionando otra nave en Arinaga.

¿Y con ese "servicio a domicilio" van a cualquier punto de Gran Canaria?

Y no solamente de Gran Canaria. El servicio in situ lo ofrecemos a las siete islas, aunque sobre todo en las pequeñas de momento no nos está saliendo rentable. La Gomera y La Palma están bastante incomunicadas y eso nos complica la actividad allí.

¿Qué clientes tienen?

Tenemos desde empresas a nivel nacional como Mapfre o Telefónica hasta particulares, pasando por empresas insulares como Lopesan. No le hacemos ascos a nadie: asesorías, despachos de abogados, notarios? e incluso a casas particulares. Y con los clientes tenemos una cierta flexibilidad, y cada uno tiene unas condiciones específicas, pues si por ejemplo uno quiere partir el pago siempre buscamos una solución. A día de hoy, nuestros clientes están contentos, y esa fidelidad y esa lealtad es lo que nos mantiene motivados para seguir adelante y darnos a conocer en el mercado. Además, Tenemos un gran compromiso y siempre somos muy puntuales y atentos; y en cuanto a los precios, estos van en función de la cantidad de material.

¿Es un negocio rentable?

Depende de a quién se le pregunte. Seguramente, desde el punto de vista económico, a día de hoy, no es rentable, pero nosotros hemos conseguido mantenernos estos años, y es una empresa con perspectivas de futuro. La situación que estamos atravesando es muy mala, no solamente para el que inicia un negocio, sino también para el que lo tiene de toda la vida. Nosotros nos hemos encontrado con todas las puertas cerradas: las administraciones públicas, los bancos? y es más difícil hacernos llegar a todo el mundo. De momento no nos estamos publicitando, porque a través de los medios es algo caro; por ahora, nuestro único método es el boca a boca.

¿Diría que es una actividad que está afianzada?

Yo confío en que esta actividad, con el paso del tiempo, se vaya consolidando y haciéndose más importante. Por ahora, creo que es bastante llamativo que muchas empresas cuenten con unos 500 euros anuales para triturar sus documentos. Hoy en día no es conveniente que nadie se encuentre en la basura con datos como el DNI o un número de cuenta, pues pueden facilitar robos. Por suerte, lo cierto es que la sociedad está poco a poco más concienciada. No diría que estamos totalmente consolidados, pero vamos camino de ello.

¿Cuántos empleados hay?

En este momento, los únicos empleados oficiales somos el chófer y yo, pero la familia siempre me echa una mano con todo lo que puede, sobre todo lo que a mí se me queda a medias.

¿La empresa solamente trabaja con archivos físicos?

No, también con formatos digitales como CD o DVD. Para los discos duros aún no lo ofertamos, pero en cuanto tengamos una máquina para su destrucción también nos encargaremos.

¿La destrucción de los documentos se realiza siempre delante del cliente?

Normalmente sí, aunque hay veces en que este no tiene prisa ni inconvenientes en que los archivos se lleven a la planta porque le sale más barato. Pero si quiere, el cliente puede estar presente en el momento de la destrucción, para ver que efectivamente se ha realizado. Creo que nuestra actividad es importante, pero lo que algunas personas no saben es que un papel se convierte en documento en cuanto se le escribe un dato importante como un número de cuenta; y no es lo mismo tirar a la basura un papel que un documento.

Habrá un contrato de confidencialidad...

Por supuesto. Tenemos un contrato de confidencialidad con el cliente, y nuestro chófer, que ha hecho bastantes cursos sobre protección de datos, también tiene uno firmado tanto con nosotros como con el cliente. Asimismo, una vez terminada la destrucción se hace un certificado para garantizar que todo ha quedado destruido.

¿Y con el papel triturado qué se hace?

Tenemos un acuerdo con otra empresa, Martínez Cano, que es a la que llevamos nuestro residuo final, el papel triturado. Lo que hacen luego con los residuos es cosa de ellos. La pena es que en Gran Canaria no se recicla.

¿Cómo son los contratos que se realizan con los clientes?

Lo cierto es que son bastante flexibles. A lo mejor firmamos uno por dos años y acordamos una retirada mensual, pero si por ejemplo hubo meses en que no hizo falta nuestro servicio pues llegamos incluso a no cobrarlos. Y si a lo mejor un cliente necesita nuestro servicio cada 15 días en lugar de una vez al mes, pues no hay problema. Adecuamos el contrato a las condiciones del cliente para que se sienta satisfecho, cómodo, atendido y considere justo el precio que está pagando. En mi opinión, un cliente satisfecho es lo más importante, porque va a hablar con otras personas y acabará recomendando nuestros servicios.

En cuanto a la competencia...

En la península hay muchas empresas de este tipo, y aquí también hay algo de competencia, que a lo mejor no se dedican específicamente a la destrucción confidencial propiamente dicha, pero no se negarían a hacerlo. Antes incluso lo hacían gratis, pero hoy día no se puede; nosotros mantenemos una línea en la que el cliente confía.

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