La borrasca se dejó notar ayer en Telde. La tromba de agua que descargó con fuerza en el casco entre las 10.30 y las 11.30 de la mañana fue suficiente para que el Barranco Real volviese a correr con un pequeño riachuelo más que apreciable, generando una estampa que hacía dos años que no se repetía.

A pesar del fuerte aguacero, la ausencia de grandes incidencias fue la nota más destacada de la jornada en el municipio. El barrio de El Caracol fue el que se llevó la peor parte porque el temporal terminó por privarle, durante unas horas, de su principal vía de salida, la carretera que le conecta con la circunvalación al casco tras cruzar el barranco de Las Bachilleras.

A Federico Quintana, presidente de la asociación de vecinos San Ramón Nonato, no había quién le apaciguase. La laguna de aguas pluviales y fecales que anegó la citada carretera tenía la culpa. "Toda esta agua viene de El Ejido, y esto no pasaría si el Cabildo no hubiese dejado la tubería a medio hacer. Por un tramo de apenas 62 metros de largo no desemboca en el barranco y el agua se queda empozada sobre el asfalto", explicaba mientras mostraba el impresionante caudal que bajaba por una conducción al aire libre.

Según Quintana, el concejal de Obras Públicas, Ignacio Serrano, visitó en agosto el lugar y le comunicó que existía una partida de 40.000 euros para concluir la obra. "Pero el dinero no ha aparecido y lo que tenemos es el charco este", se lamentaba el dirigente vecinal tras recalcar que en lo que llevaba de mañana cuatro coches se habían averiado y dos de ellos los había retirado de la cuneta una grúa.

Junto a este incidente, con la calle León y Castillo de San Juan convertida por momentos en un símil de canal veneciano, los miembros de Protección Civil y de la Policía Local apenas tuvieron salidas de relevancia, indicaron desde aquellos estamentos. La retirada de unas ramas en el barranco de Ojos de Garza, el cierre temporal de la calle Palmito (San Gregorio), un par de postes caídos en Las Goteras y la rueda de un coche que acabó encajada en el hueco de una alcantarilla fueron los percances más llamativos, apuntó el edil de Tráfico, Parque Móvil, Policía y Protección Civil, Francisco Medina.

Flores por los suelos

Mientras, el concejal de Servicios, Fidel Ruiz, subrayó la 'jugarreta' que el viento había protagonizado en el cementerio de San Gregorio. "El que hizo el martes por la noche fue de tal intensidad que todos los pasillos del camposanto amanecieron sembrados de la flores que las familias de los difuntos habían colocado. Al menos a los empleados del Ayuntamiento les dio tiempo a recogerlas antes de que empezase a caer esta tromba", relataba mientras se resguardaba del chaparrón al término de un pleno.

Pero para viento el que azotó en el litoral. Castigó tanto a la zona de costa que una parte de la techumbre metálica del Aeropuerto de Gran Canaria se vino abajo. Afortunadamente, sin causar daños.