La Heredad de Aguas de Arucas y Firgas es historia viva de Gran Canaria. Durante casi tres siglos (1529-1823) las heredades estuvieron regidas por los llamados alcaldes de aguas, y en una época (1823-1866) fueron los alcaldes constitucionales los que presidieron la heredad. En ocasiones hubo hasta una confluencia de ambos cargos, según consta en la documentación que se guarda en sus viejos armarios. Por eso no es de extrañar que a los trabajadores de esta institución que controlaba el regadío se les llamara funcionarios, que percibieran un sueldo superior a cualquier empleo de la época y que en el momento de la constitución de los ayuntamientos se plantearan que éstos estuvieran bajo la sombra de las heredades.

El edificio modernista comenzó a construirse en 1909 con los planos del arquitecto Fernando Navarro. Y se remató en 1912. Por tanto, se cumple ahora un siglo cargado de vivencias y muchas curiosidades.

Los herederos desembolsaron unas 52.000 pesetas de hace un siglo (312,5 euros). En unas ocasiones vendiendo el agua propia denominada "de secuestro", según el encargado Pedro Santiago. En otras, haciendo derramas.

Pero, ¿cómo surgió la iniciativa? Al parecer, durante la expropiación para hacer la carretera de Las Palmas de Gran Canaria a Guía se planteó instalarse en una casa más pequeña, pero se optó por levantar una sede señorial. Y fue ahí cuando miraron la finca del Mirón, donde ahora está emplazado el edificio.

La construcción requirió unos 70 trabajadores de forma permanente, desde tallistas a peones, carpinteros y labrantes. El capataz cobraba 24 pesetas por seis días de trabajo a la semana, 21 el labrante y 14 un peón.

Uno de los símbolos del edificio es su histórico reloj de contrapesos, que se trajo de la ciudad alemana de Leipzig en noviembre de 1913 (así consta en un lateral escrito en tinta y a mano), y al que todavía hay que darle cuerda cada semana. Costó 400 marcos alemanes, y dispone de tres relojes visibles a los lados de la torre, y una campana de bronce.

Y es que el reloj es fundamental en la historia de la Heredad, ya que es la referencia para la apertura y cierre del reparto. Como ejemplo, sus responsables hablan de que ellos fueron uno de los grandes benefactores de la iglesia de Arucas, por las que llegaron a condonar el pago de 10.000 pesetas para su reloj (de mediados del siglo XIX), entre otras aportaciones. Y durante estas obras, se instaló temporalmente en un lateral, para que siguiera funcionando y se siguiera escuchando en el municipio para los cambios de tornas.

La primera sesión en el nuevo inmueble se celebró el 10 de marzo de 1912, siendo presidente Manuel Hernández. Y en sus 420 metros cuadrados se concentran muchas anécdotas. Así, en el salón de "remates de agua", donde se ha habilitado ahora una exposición a escala de cantoneras, el encargado Pedro Santiago señala que hubo una época, entre los años 20 y 30 del pasado siglo, en el que se optó por la fórmula de la lotería en vez de la antigua puja, y para ganar había que completar la línea. La razón era que siempre se quedaba el agua en manos de las personas con mayores recursos económicos. Era una forma de "jugar con el agua".

La institución cuenta en la actualidad con unos 800 herederos, aunque en sus orígenes llegó a 1.500 integrantes. Como curiosidad, en los libros antiguos se habla de propietarios de agua a los que les correspondía una quinta parte de segundo de agua. No en vano, la propiedad legaba a los hijos, por lo cual el reparto tocaba a menos.

En su biblioteca se conserva un libro del año 1710 con las actas de la época hasta 1774, que se rescató de un incendio. Y facturas muy curiosas. Entre ellas, el pago de 20 pesetas por cada impermeable para guardianes de agua de noche, dos pesetas por un paquete de tachas y tres por un farol.

El actual presidente es José Carlos Santana, siendo el vicepresidente Juan Alonso Castellano, la vicepresidenta segunda Dolores Ramos, la secretaria María del Mar García y los vocales Marcelino Ortiz, Juan Miguel Sarmiento, José Quintana, Isidro Falcón, Yeray Hernández y Francisco Guerra.

El Ayuntamiento tramita la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) del centenario edificio de esa institución, que cuenta ahora con dos presas y unos 70 kilómetros de redes de distribución de agua de Arucas, Valleseco, Moya y Firgas, con una capacidad para distribuir casi 2.000 litros cada 24 horas. La heredera de mayor antigüedad es la marquesa de Arucas.

Los herederos resaltan la labor social que ejerció la Heredad, tanto para obras en Gran Canaria como la donación de 1.500 pesetas diarias para una cocina en la época de hambruna del cólera. Llegó a contar con 360 empleados, y en la Guerra Civil contrató a todas las personas que pasaban verdaderas penurias.

La semana próxima se celebrará una serie de actos conmemorativos del centenario, con conferencias, jornada de puertas abiertas, mesa redonda y una plantación.