La modernización turística de San Bartolomé de Tirajana se ha topado de bruces con un problema que nadie tuvo en cuenta al elaborar los diferentes planes de rehabilitación de la planta hotelera: ¿qué se debe hacer cuando un edificio obsoleto es también una obra de arte de la arquitectónica moderna? El anuncio de la demolición del hotel Oasis Maspalomas en abril de 2013, que lleva aparejado el derribo del centro comercial Oasis, enfrenta a las administraciones públicas con los arquitectos, por un lado, y también genera división entre los empresarios de esa zona privilegiada del sur de Gran Canaria.

El Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana y la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo (FEHT) apoyan la decisión de la cadena Riu de derribar el hotel Oasis y reconstruirlo por completo. Es más, consideran que es "un disparate" cuestionar una inversión de 40 millones de euros en estos momentos de crisis, según señalaron a este periódico el alcalde, Marco Aurelio Pérez, y el vicepresidente de la patronal turística, Tom Smulders.

Ambos opinan que la modernización de las infraestructuras turísticas debe tener "prioridad" sobre las valoraciones artísticas, históricas o sentimentales, pues está en juego el futuro del principal motor económico de Gran Canaria. Marco Aurelio Pérez se mostró "sorprendido y muy preocupado" por el reciente rechazo de los arquitectos y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando a la demolición del hotel, pues hasta ahora no se habían pronunciado sobre los planes de la empresa Riu.

Normativas

Puesto que el edificio no tiene ningún tipo de protección, explicó el alcalde, el proyecto de derribo y posterior reconstrucción cumple todas las normativas municipales y también tiene luz verde del Gobierno autónomo y del Cabildo de Gran Canaria. Por tanto, es la empresa propietaria la que tiene la última palabra sobre la conservación de los elementos arquitectónicos originales, no el Ayuntamiento. Al respecto, Pérez receló de las voces que intentan frenar la rehabilitación de esa franja del litoral, ya que es una zona donde existen numerosos intereses económicos, empresariales y profesionales.

Tom Smulders declaró que una cadena como Riu, una de las más sólidas y reconocidas del mercado turístico, "sabe muy bien lo que hace y aplicará criterios que respeten el patrimonio histórico y natural del entorno, como ha hecho hasta ahora". A su juicio, la modernización del hotel no está reñida con la preservación de aquellos elementos que tengan valor cultural, por lo que sugirió a los arquitectos que, en vez de rechazar la reforma, asesoren a la empresa Riu y al Ayuntamiento sobre los elementos artísticos del edificio.

"Una cosa no excluye la otra, pero tenemos la imperiosa necesidad de adaptar los alojamientos a la máxima calidad; hay que ser respetuoso con el patrimonio, pero sin poner freno a las inversiones", recalcó el vicepresidente de la FEHT, quien se mostró convencido de que Riu "busca siempre la mejor calidad en la arquitectura y estará abierta a escuchar las sugerencias de los profesionales.

El arquitecto José Antonio Sosa está dispuesto a recoger ese guante y aseguró que los pronunciamientos de sus colegas en contra del derribo "no pretenden entorpecer las inversiones en el sector turístico". No obstante, recordó que en las sucesivas reformas de ese complejo hotelero han ido desapareciendo elementos decorativos de "extraordinario valor artístico", como obras de Manolo Millares, Martín Chirino o Pepe Dámaso, y "ahora es el propio edificio el que puede venirse abajo con toda su carga artística e histórica".

Sosa señaló que el hotel Oasis "tiene más valor arquitectónico que muchos otros edificios que sí se han protegido", por lo que insistió en abrir "un periodo de reflexión" antes de demoler para preservar ese legado. Al respecto, recordó que se trata del primer hotel de lujo que se construyó en el sur y hasta el propio promotor de la obra original, Alejandro del Castillo, conde de la Vega Grande, se ha pronunciado en contra de la demolición.

José Luis Gago es otro de los arquitectos que abogan por la conservación. "Creo que el Oasis es un elemento fundamental de la historia del sur de Gran Canaria y uno de los que tienen más importancia desde el punto de vista arquitectónico; entiendo que la obsolescencia de los hoteles obliga a la reforma, pero al menos una parte se debe rescatar", opinó Gago, quien precisó que el director de la obra fue Manuel de la Peña, quien "instauró la filosofía de que el arte y la arquitectura debían estar presentes en el sur de esta isla".

Restauración

Fue Manuel de la Peña el que llevó "obras espectaculares" de artistas canarios como Millares o Chirino, añadió Gago, quien opinó que aún hay posibilidades de conciliar todos los intereses. "Me parece bien que se restaure para darle más calidad, pero merece la pena conservarlo porque es un edificio muy relevante de ese periodo arquitectónico", concluyó.

El hotel, proyectado en 1965 por los arquitectos José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Mozelún, figura entre las 160 mejores obras de la arquitectura moderna de España y Portugal, donde solo aparecen otros ocho edificios del Archipiélago, la mayoría de Miguel Martín Fernández de la Torre. Así, el catálogo del periodo 1925-1965 de la Fundación Internacional Docomomo incluye al Oasis junto a otras cuatro maravillas arquitectónicas de Gran Canaria (el Cabildo insular, el Psiquiátrico de El Sabinal, la Casa del Doctor Ponce Arias y la Casa del Marino), tres de Tenerife (la Casa Ayala, la Casa Mascareño y el Centro Ramón y Cajal) y una de Lanzarote (Los Fariones).