La polémica por el derribo del hotel Maspalomas Oasis se ha trasladado al centro comercial que se encuentra a su lado, en el que existe un enfrentamiento entre dos grupos de propietarios con motivo de la rehabilitación paralela de ambas instalaciones a partir del próximo mes de abril. El rechazo de los arquitectos a la demolición del hotel de la empresa Riu para preservar sus valores artísticos ha reabierto el conflicto entre partidarios y detractores de tirar los locales comerciales del Oasis y levantar un nuevo edificio, según admitió ayer Cristóbal Rodríguez Marichal, socio mayoritario y promotor de la rehabilitación.

Rodríguez Marichal señaló que los dueños que se oponen a los cambios en el centro comercial, encabezados por el actual presidente de la Comunidad de Propietarios, Antonio Pérez, y por el arquitecto Esteban Pérez Déniz, están aprovechando la protesta contra el derribo del hotel para presionar al Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana en un nuevo intento por frenar los planes de renovación de la franja de litoral entre la Charca y el Faro de Maspalomas.

Fuentes del gobierno municipal reconocieron que existen esas presiones, pero adelantaron que "se trata de un problema interno entre los dueños del centro comercial en el que el Consistorio no puede ni debe intervenir". No obstante, el Ayuntamiento y el Gobierno de Canarias siguen adelante con el Plan de Modernización y quieren que la demolición del hotel y del centro comercial se realice al mismo tiempo.

Punto negro

Al contrario que el hotel, reconocido de forma internacional como una de las joyas de la arquitectura modernista, el centro comercial Oasis figura como uno de los puntos negros de la zona turística del sur de Gran Canaria e incumple la Ley de Costas. Sin embargo, el enfrentamiento entre los propietarios ha impedido hasta ahora su remodelación. Aunque ambos bandos han comunicado al Ayuntamiento su respaldo al Plan de Modernización, que exige el retranqueo de los locales y la construcción de un paseo marítimo, aún existe un grupo de propietarios que rechaza el derribo del centro comercial porque eso supone cerrar sus negocios durante un periodo de casi dos años.