"Pónganse de pie. Cierren los ojos; y celebren que han aprobado y que se van de vacaciones. Vamos a ver cómo se puede conseguir". Enhamed Enhamed dejó ayer su horas de entrenamiento en una piscina en solitario para dar a los alumnos de Arucas una charla sobre esfuerzo, espíritu de sacrificio, motivación, cambio de mentalidad, desafíos y superación.

El nadador desgranó su vida tras quedarse ciego, lograr su meta de batir un récord del mundo y colgarse cuatro medallas de oro en las olimpiadas de Pekín 2008, y su reciente presencia en Londres. "Cerré los ojos cinco segundos, que cambiaron vida". Sin embargo, lejos de verlo como un fracaso en su vida, cree que le abrieron nuevas puertas. Entre otras razones, tal y como contestó a uno de 250 jóvenes de 12 a 18 años que escucharon sus palabras, si no hubiese sido por su inesperada ceguera a buen seguro que ni siquiera hubiese sabido nadar ahora. Entre otras razones, porque reconoce que nadie en su familia practica deporte, y hasta "suben en ascensor para ir al segundo piso de mi casa".

Las preguntas fueron muy dispares: desde las vinculadas a la natación hasta de su propia vida. "¿Qué pensabas cuando abriste los ojos y no veías?", le cuestionó Mari. "Fue un momento extraño, pero como a veces me pasaba lo mismo pensé que volvería a ver al día siguiente, pero no fue así". Pero, el Michael Phelps español, como lo llamaron en Arucas, tiene en su mente como un clavo ardiendo las palabras de un compañero que se burló de él porque se levantaba a las cinco de la mañana para entrenar en la piscina. Pero, más aún, cuando pudo resarcirse en el momento en el que en ese mismo instituto le hicieron un homenaje tras su primer éxito olímpico. "¿Dónde estaba la suerte?", se preguntaba, después de recordar que cada día entrenaba desde las seis de la mañana hasta las 7.30 horas, y luego de 4 a 7 de la tarde.

Las Olimpiadas de Atenas le permitieron cambiar de mentalidad. "La diferencia de ganar era la cabeza", dice. "Estaba obsesionado con ganar, pero faltaban cosas".

Y se puso a cambiar de actitud vital. "Me propuse hacer un récord del mundo, que es como hacer un examen y esforzarse para sacar un 10". Para ello, añade, apunta que tuvo que cambiar todo en su vida, desde las películas que veía, hasta la música, y leer mucho, que dice es uno de sus secretos. "Necesitaba información para cambiar mi forma de pensar". Y lo consiguió en el mundial de Brasil de 2007. Como anécdota, rememora que un compañero le gritaba con júbilo desde la grada, pero afirma que no se lo creía y pensaba: "Como ve con un ojo seguro que no lo ha visto bien". Pero era cierto. "Mejoré muchísimo en seis meses".

Tal fue el cambio personal, dice, que si hasta entonces se preguntaba por qué se daba los golpes con farolas mal colocadas, ahora respondía que lo mejor era evitarlo, ya que iba a seguir esa farola allí. "Comía, dormía y vivía para Pekín". El resultado fue cuatro medallas y "la carrera más perfecta que he hecho en mi vida. Porque mi mente y mi cuerpo estaban preparados". En este sentido, rememora que competía con un nadador local chino, y que cuando anunciaron a su rival él fue quien se puso a hacer gestos de complicidad, dada su alta concentración.

Pero no todo han sido momentos de gloria. Ha tenido meses de crisis personal, que ha logrado superar. "No perdía la vista; gané la ceguera", contesta cuando le preguntan por la aportación de la natación a su vida. "Hay que aprender a dar lo mejor de ti mismo. Yo tengo la gran suerte de ser ciego. Y cada día tengo nuevos desafíos".

Durante el acto, que contó con la colaboración del Club Rotario, anunció que sus próximos retos están en estados Unidos, donde irá en enero, y montar una empresa.

Y, para concluir, recomendó a los presentes que había que aprender a disfrutar y a ponerse desafíos "que te harán seguir adelante y saber a dónde va. A por ello, y a disfrutar".