"Tiene un carácter muy independiente y es muy pacífica. No se mete en trifulcas y trata siempre de apaciguar a los suyos. Es muy cariñosa y da abrazos y besos constantemente a sus compañeros cuando están enfermos (resfriados) o asustados por algún motivo. Y cuando quiere algo que no puede alcanzar, lo señala con la mano e insiste hasta que se lo ofreces". A Lulú, aquella famosa chimpancé de Telde que salió de la isla anestesiada en 2005 y a bordo de un avión con destino Madrid, no le faltan admiradores en el que es su nuevo hogar desde hace casi ocho años, el centro de primates Rainfer.

El complejo, ubicado en un lugar del que se omiten datos concretos para evitar robos, tiene en marcha en la actualidad varios proyectos para continuar con su labor. En sus instalaciones, de 40.000 metros cuadrados, sobreviven hoy 140 ejemplares entre monos, chimpancés y orangutanes liberados de una vida dura e indigna. Es el caso de Lulú, a la que incluso le andan buscando padrino. Una simpática fórmula para captar ayudas externas. Marta Bustelo, la relaciones externas de Rainfer, no escatima en elogios hacia el animal. "Su actitud es muy buena y desde hace dos años está integrada en otro grupo, el de Gombe y Sandy, con los que se lleva muy bien", agrega para ampliar la información que hay en internet.

Lulú llegó muy afectada psicológicamente a este santuario. La vida que había llevado en Telde no era la más adecuada, de ahí que cuando pasó la cuarentena en una estancia aislada no se atrevió a cruzar el pasillo que conecta dicho habitáculo con el lugar al aire libre donde corretean, suben y bajan atalayas los otros simios atendidos. Al final, se hizo necesario dormirla, sacarla y dejar que la naturaleza hiciera el resto. Y así fue. En un primer momento se le asignó como compañeras a Jenny y Judy pero, al estar en un grupo grande y con muchos conflictos de dominio, no llegó a encajar. Por eso acabó en otro, el de Gombe, donde ha encontrado en Sandy a su amiga del alma. "En el momento en el que se conocieron las dos se abrazaron repetidas veces, gritando de ilusión, y se espulgaron durante horas", narra la web.

Mejoría

Desde entonces, su vida ha mejorado notoriamente. Es dulce, cariñosa y atenta con el resto de compañeros y personal. "Adora estar en lo alto de la atalaya hasta que atardece y siempre es la última en entrar a dormir", detalla Bustelo para referirse a la gran isla de 1.200 metros donde la mona pasa la mayor parte del día. En Rainfer, bajo la dirección del biólogo y profesor universitario Guillermo Bustelo y libre de barrotes, Lulú salta, trepa y mira al horizonte con otros ojos.

Su dieta consta de frutas, verduras, proteínas y carbohidratos concentrados en pienso específico para primates, huevos, papas, pasta y arroz. "Le encanta beber de botellas de plástico, por lo que muchas veces le facilitamos los zumos, purés o caldos en las mismas", reseña Marta Bustelo, quien recuerda que solo una vez cayó enferma de un gran resfriado. La técnica matiza que en estos últimos ocho años, ningún grancanario ha contactado con Rainfer para saber qué ha sido del simio. "No estamos abiertos al público para proporcionar la tranquilidad que requieren estos animales", detalla. Si todo sigue bien, Lulú podrá disfrutar al menos de otros 25 más de vida. Al centro le gustaría conseguir que su mano llegase a otros animales, "pues los primates abandonados o mantenidos en situaciones precarias aumentan", pero las mínimas ayudas que reciben se lo impide. El apadrinamiento es una buena vía para no rendirse.