La microcirugía ligada a la vegetación. El resultado final lo dará el tiempo, pero de momento las técnicas aplicadas a esta operación han dado sus frutos, logrando evitar la muerte de estos dos ejemplares. Los viejos dragos del Museo de Los Labrantes de Arucas están llenos de tubos para encauzar y proteger la llegada de las raíces al suelo, se han aplicado hormonas de enraizamiento, se han colocado unos puntales metálicos anclados al suelo hechos a medida y un sistema de riego por goteo. Todo ello, en un intento desesperado por lograr su reanimación.

El proyecto de recuperación fisiológica y estructural se puso en marcha en 2010, cuando el Ayuntamiento de Arucas pide ayuda al Gobierno de Canarias para revitalizar estos dos árboles de casi ocho metros de altura que se encontraban en una situación crítica, con sus troncos completamente huecos, con carcoma y podredumbre, una plaga de cochinilla en el cogollo, ramas secas y cayéndose, y con heridas en forma de anillas, posiblemente causadas por elementos metálicos como tachas y alambres, que impedían el tránsito natural de la savia hasta su base. Además, soportaba una placa de hormigón a su alrededor, que impedía el aporte de agua y nutrientes, pese a que éste no tiene que ser excesivo para evitar que crezca en vertical de una forma desproporcionada sin sentar su base. En definitiva, con una muerte asegurada si no se tomaban medidas drásticas e inmediatas.

En la UVI

"Si hubiese sido otro tipo de árbol ya estaría muerto", apunta el técnico de Gesplan, Marco Díaz-Bertrana, quien reconoce que ha sido un trabajo muy complicado. Pese a todo, "todavía se encuentra en la UVI, y se desconoce cuál será su evolución", aclara.

Desde entonces, los dragos fueron sometidos a actuaciones novedosas y, en algunos casos, aplicadas previamente de forma experimental a pequeña escala para comprobar su viabilidad.

La principal intervención consistió en reactivar raíces externas que apenas tenían milímetros de longitud, para que se reconviertan en troncos mediante hormonas de enraizamiento y encauzándolas luego en tubos de PVC a modo de maceta que, llena de sustratos y con gotero, se convertían en forma de tallos en una base paralela para llevar la savia hasta las raíces naturales. Los resultados de esta técnica, que denominan producción dirigida de raíces aéreas, se fueron viendo con los meses, comprobando que esta experiencia daba sus frutos en estos dragos de 80 años de antigüedad y con graves heridas internas, en muchos casos por estrés.

A su vez, se colocaron puntales fabricados por un herrero a medida y anclados al suelo por tornillos para que sean móviles, se sanearon las ramas enfermas por descomposición de los tejidos, se colocó el riego por goteo y se sustituyó la losa de hormigón por rejillas, además de realizarse en su inicio un tratamiento fitosanitario para combatir la cochinilla.

"No cabe duda de que la situación de los dragos nos hizo tomar decisiones novedosas, sin el respaldo de experiencias similares. La propuesta era diferente, pero no agresiva, ya que si no existen raíces, como en uno de los dragos, no se compromete la salud de la planta", según los técnicos. Curiosamente, el árbol más dañado era el que mejor se ha recuperado.

Ahora falta el seguimiento de la salud de estos árboles, cuya recuperación costó casi 15.396 euros.