El Cabildo de Gran Canaria está enfrascado en una carrera contra el tiempo ante el cambio climático, vistiendo la isla de masa forestal para soportar con garantía las cada vez más frecuentes olas de calor y las lluvias que, aunque de menor cadencia, llegan cada vez en mayor número de ocasiones con fuerza torrencial.

Se trata de afianzar laderas, de conservar humedad, y sobre todo, de recuperar el ecosistema que se encontraron los conquistadores en el siglo XVI, y que fue arrasado a una velocidad pasmosa hasta llegar en los años 30 del siglo pasado a su pico de desertización en Gran Canaria, al quedar con apenas 6.000 hectáreas arboladas.

Hoy, tras las políticas de reforestación que se iniciaron a mitad del siglo pasado, existen 17.000 hectáreas, pero potencialmente se pueden llegar a las 70.000, una extensión que supone la mitad de la isla. Y en ello están. Al principio del actual mandato el presidente del Cabildo, José Miguel Bravo de Laguna, se proponía plantar 500 nuevas hectáreas -que suponen unos 250.000 árboles- en sus cuatro años de ejercicio, "y vamos por buen camino", según los técnicos forestales de la corporación.

Este año 2013 se producirán en las cuatro guarderías que posee la institución insular, los cuatro invernaderos estratégicamente ubicados en los lugares más apropiados para el tipo de especies que se plantarán en sus entornos, un total de 259.000 ejemplares.

Hay que matizar que si bien esta cantidad supera en tan solo un año esas 500 hectáreas propuestas por Bravo, miles de ejemplares se destinan mientras a afianzar los espacios abiertos o para colmatar las zonas ya consolidadas.

Y en este último aspecto hay sorpresa. La laurisilva de la Selva de Doramas, los pinares de cumbre, tanto de norte como de sur, o la franja termófila y los palmerales de cotas bajas, están experimentando "una regeneración natural bestial", según afirman los propios técnicos sin ahorrar en adjetivos.

Esto es posible por el abandono de ciertas actividades agrícolas agresivas o el pastoreo intensivo, y también gracias a las quemas controladas y al continuo trabajo de las brigadas forestales de Medio Ambiente. El efecto es multiplicador, con unas aves en censo ascendente que colaboran con éxito esparciendo las semillas.

Uno de los pilares fundamentales de este proceso comienza en los citados cuatro invernaderos, en una minuciosa labor de cría.

El vivero del Huerto, en Artenara, alcanza una producción anual de 35.000 unidades de frutales forestales y flora propia del pinar de Norte; el vivero de Pilancones, alcanza los 32.000 plantones, también de especies propias del pinar de Sur, que tiene unas características diferenciadas; el vivero forestal de Tafira, destinado a flora del piso basal y termófilo -compuesto, entre otros por el acebuche, el almácigo, el drago, el lentisco, la palmera canaria, la retama o la sabina, entre otras muchas especies-, alcanza las 115.000 unidades; y por último, el vivero de Osorio, destinado exclusivamente a la laurisilva llega a los 45.000 matos, especialmente de viñátigo, acebiño, barbuzano, laurel, y también de especies de fayal-brezal, con las que se repueblan las orillas de ese sistema.

Isabel Reyes, oficial del vivero de Osorio, y su equipo formado por Inma Medina, Miguel Ángel Benítez y Carmelo Déniz, se encuentran en estos momentos repicando y trasplantando unos bebés que se encuentran en plena fase de crecimiento. La imagen del invernadero a pleno rendimiento ilustra la fuga de esta política forestal. Las hileras de matos se extienden decenas de metros hasta el fondo y a los lados, como una explosión de vida que va tomando cuerpo a medida que avanza el rápido crecimiento de unas especies que son mimadas al milímetro.

Cuando lleguen a la edad de salir al monte irán a reforestar. Así, en Era Pelada-Guardaya, entre Tejeda y Artenara, se plantarán 8.300 matos. En la montaña de San Gregorio, en una finca del Cabildo, 5.926. En Los Andenes, Fagagesto 6.361, y en Juncalillo del Sur 25.000. Además, organismos como Foresta gestionarán 35.000 ejemplares, y las líneas de alta tensión se protegerán con otros 25.000. El blindaje arbolado pues, sigue creciendo.