Casi sesenta años de discusiones no han permitido llegar a un acuerdo sobre la conveniencia de instalar un teleférico en Gran Canaria y la última propuesta del Patronato de Turismo lleva el mismo camino. El proyecto del Roque Nublo es solo uno más de los múltiples intentos de colocar uno de estos aparatos en la geografía de la isla, todos ellos fracasados por el rechazo de las instituciones o por dificultades económicas.

La idea se remonta a 1955 y partió del propio Cabildo, que el 7 de octubre de ese año anunció que se estaba estudiando la construcción de un teleférico entre Agaete con el Pinar de Tamadaba. Esa propuesta, de la etapa de Matías Vega Guerra, quedó en el olvido, pero fue retomada quince años después por Tomás Pulido y Lorenzo Olarte. Se incluía un gran hotel, pero ahí ya se topó con el rechazo tajante del incipiente movimiento naturalista.

El botánico alemán Günther Kunkel, que estaba al frente del grupo de expertos que se opusieron al teleférico, alegó que era un atentado contra el paisaje y consiguió paralizar la obra, pero a un precio muy alto para sí mismo y para el conocimiento sobre la flora canaria. Su enfrentamiento con los políticos del Cabildo le cerró todas las puertas y perdió las ayudas a la investigación, por lo que incluso tuvo que dejar la isla y trasladarse a Almería, donde continuó su labor científica hasta su muerte. El exdirector del Botánico Viera y Clavijo David Bramwell recuerda que posteriormente se hicieron intentos para que volviera a trabajar en Gran Canaria, pero "no hubo forma" de convencer a los que le habían defenestrado.

Artenara y San Mateo

En 2008, dos años antes de que el ingeniero Rafael Cabrera hiciera el primer intento en el Roque Nublo, otro promotor particular planteó enlazar los pueblos de Tejeda y Artenara, pero ambos ayuntamientos lo consideraron inviable y la propuesta quedó en el cajón de las "ocurrencias", según comenta un responsable municipal de la época. Por la misma época llegó la pretensión del Consistorio de San Mateo de unir el casco del pueblo con el mirador de Montaña Cabreja. Todavía se está a la espera la respuesta del Cabildo.

En 2010 se presentó el actual proyecto del Roque Nublo y en principio tuvo una cálida acogida por parte de algunos grupos políticos, como el PP y CC. Hasta el presidente canario, Paulino Rivero, se comprometió a impulsarlo. Sin embargo, el área de Medio Ambiente del Cabildo, dirigida por el pacto PSOE-NC, no encontró forma de sortear las dos normativas que protegen el Roque Nublo. El entonces presidente insular, el socialista José Miguel Pérez, ahora vicepresidente del Gobierno regional, dio carpetazo al asunto.

Hasta octubre de 2012, en que el actual consejero insular de Turismo, Melchor Camón, presentó un informe favorable para iniciar una nueva tramitación ante los departamentos de Medio Ambiente del Cabildo y del Gobierno de Canarias. Este último ya ha advertido que un teleférico al Nublo "es innecesario" y no tiene cabida en la actual legislación medioambiental. Aunque son conscientes de que la obra no saldrá adelante en este mandato por los complejos trámites administrativos, el Ayuntamiento de Tejeda y el Cabildo continuarán con el papeleo.

Paralelamente a la propuesta de Camón, también se han reactivado las protestas de los colectivos ciudadanos y grupos ecologistas, que no van a poner fácil una modificación de la normativa que protege al Roque Nublo, incluso recurriendo a los organismos de la Unión Europea si fuera necesario. Menos polémico es el que se plantea instalar en la capital grancanaria, desde el centro comercial el Muelle hasta el Faro de La Isleta. Su construcción también ha quedado en el aire por dificultades económicas.

Desmantelar

El teleférico del Teide, el único que existe en el Archipiélago, también ha sido motivo de polémica y no han sido pocas las voces que han propuesto su desmantelamiento por su escasa rentabilidad y, sobre todo, por el impacto paisajístico en el Parque Nacional. En la década de 1990, los responsables de ese espacio natural y políticos de todos los colores aconsejaron su desaparición, pero el Cabildo de Tenerife, que tiene la mayoría en el accionariado, decidió mantenerlo en funcionamiento tras una remodelación de las instalaciones.

Los grupos ecologistas han denunciado que el principal beneficiario es el arrendatario del bar que existe en la estación del teleférico, paso obligado de los cerca de 300.000 usuarios anuales.

Según ATAN, la actividad turística de Tenerife "no depende del teleférico y basta contrastar las cifras de visitantes del parque en las temporadas en las que no ha funcionado el remonte, pues el número de personas en Las Cañadas no disminuye lo más mínimo". En su opinión, la demolición del teleférico del Teide sería ahora "el mejor eslogan" turístico de la isla. La misma discusión se plantea en otros lugares. Mientras éstas instalaciones han demostrado su rentabilidad en Suiza, Austria o Canadá, ligadas a las actividades de montaña o los deportes de invierno, en España apenas se han construido teleféricos en los últimos treinta años y algunos han acabado en fracaso, como ejemplo de derroche .

Así, el de la Expo 92 de Sevilla, que cruzaba el Guadalquivir, fue desmantelado en 2007 tras años pudriéndose al sol. El de la Expo de Zaragoza corrió la misma suerte. Se levantó en 2008 y fue rentable mientras duró la feria, pero tras pérdidas de 1,8 millones anuales, en 2011 el Ayuntamiento autorizó a la concesionaria a desmontarlo, para lo que tampoco hay dinero.

El caso más equiparable al teleférico del Nublo es el de Sierra Nevada. En 2006, una empresa hispanosuiza presentó un proyecto para unir Granada con Pradollano, pero la Junta de Andalucía lo desautorizó por su impacto en la flora y la fauna. Con 17 kilómetros, iba a ser el más grande del mundo.