Siete de los 21 alcaldes de la isla de Gran Canaria tienen su residencia habitual en otro municipio. Por razones familiares o circunstanciales, prefieren pasar varias horas al día en la carretera a trasladar su domicilio a los alrededores del Ayuntamiento que dirigen. Aseguran que vivir en un lado u otro no influye a la hora de gobernar, pues la mayor parte de las gestiones se realizan en la capital.

Algunos tienen casa en el municipio del que son alcaldes y duermen en ella de forma ocasional, por lo que también tienen fijada allí la residencia, pero otros siguen empadronados en el domicilio de sus padres para poder votarse a sí mismos en las elecciones locales.

Los alcaldes de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, y de Ingenio, Juan José Gil, viven en Telde. Los de Moya, Hipólito Suárez; Tejeda, Francisco Perera; y Artenara, Eva Díaz, lo hacen en Las Palmas de Gran Canaria. El regidor de Valleseco, Dámaso Arencibia, tiene su casa en Teror, y el de Arucas, Ángel Víctor Torres, reside habitualmente en Valleseco. Por opciones políticas, cinco concurrieron a las urnas bajo las siglas del Partido Popular (PP), uno en representación del Partido Socialista Canario (PSC-PSOE) y otro por un grupo independiente.

En épocas anteriores se habían dado casos aislados de alcaldes que residían fuera de sus linderos municipales, pero en este mandato coinciden hasta siete casos, con el consiguiente rechazo de muchos vecinos y el reproche de los grupos de la oposición.

Circunstancias

Marco Aurelio Pérez vive en un barrio de la costa de Telde y alega motivos "familiares y laborales", ya que su puesto de trabajo antes de ser alcalde estaba en el campus de Tafira (es profesor de la Facultad de Económicas). Puesto que también tiene vivienda en el sur de la isla, asegura que su residencia "es a tiempo compartido entre Telde y San Bartolomé", lo que ya hacía antes de presentarse a las elecciones por primera vez. Pérez ya ocupó la Alcaldía sureña entre 2003 y 2007 y ahora es también consejero del PP en el Cabildo.

En similar situación se encuentra el Juan José Gil, regidor de Ingenio desde hace dos años. Tiene su vivienda de soltero en Lomo Juan, su barrio de toda su vida, pero al casarse se trasladó a la casa de su esposa. "Vivo en Telde de forma casual, porque mi mujer heredó un piso y es más grande que el que yo tengo en mi municipio; pero no tardo ni veinte minutos en llegar al Ayuntamiento", comenta.

El caso que ha levantado más polémica es el de Hipólito Suárez, no por el hecho de residir en Las Palmas de Gran Canaria, sino por utilizar los vehículos oficiales del Ayuntamiento de Moya en sus traslados. La oposición lo ha denunciado en varias ocasiones y ahora ya limita el uso de coches de la policía local en sus desplazamientos al domicilio particular.

"Cuando trabajaba en Hecansa y era consejero del Cabildo me compré una casa en la capital porque estaba siempre viajando y era más que cómodo que ir a Moya, porque yo no tengo coche", explica. No obstante, asegura que acude "prácticamente todos los días" a su despacho municipal y se pasa toda la jornada en el pueblo. Sigue empadronado en casa de su madre para poder votar por la lista que él mismo encabeza.

El consistorio moyense vivió hace pocos días la enésima trifulca por los desplazamiento de los ediles, concretamente por una dieta de 50 euros que cobró el primer teniente de alcalde, Isidro Galván, por desplazarse a la capital para asistir a un acto institucional del Cabildo.

Eva Díaz, alcaldesa de Artenara, también vive en Las Palmas por motivos profesionales. Aunque ahora está en excedencia para ocuparse del municipio cumbrero, vive en la capital porque es donde tiene su plaza de funcionaria de la Comunidad Autónoma y donde estudian sus hijos. Sube al Ayuntamiento varios días a la semana y también procura llevarse a la familia los sábados, domingos y en las vacaciones de verano.

Su antecesora en el cargo, la socialista Guacimara Medina, tampoco residía de forma fija en Artenara y algunas veces incluso tuvo que recurrir a familiares o a la guagua de Utinsa para despachar los asuntos municipales.

Lindero

Dámaso Arencibia, alcalde de Valleseco, vive en Teror por "unos centenares de metros", los que separan su casa de La Laguna del lindero que separa ambos municipios. "Ese es el límite geográfico y no puedo hacer nada para cambiarlo", confiesa entre irónico y resignado. Nadie le echa en cara vivir en el pueblo rival, porque la práctica totalidad de la superficie del barrio de La Laguna pertenece de hecho a Valleseco. Eso sí, sigue empadronado con su madre.

Ahora tiene de vecino a Ángel Víctor Torres, que comparte residencia entre su casa de Arucas y la de su novia en El Zumacal. La segunda es ahora la vivienda en la que duerme y pasa más tiempo.

Los alcaldes de Gran Canaria viven todos en la Isla. Sin embargo, algunos concejales, como Carmelo Reyes del grupo de gobierno de Telde que vive en Fuerteventura, provocan situaciones irregulares cuando se convocan una comisión y tiene que suspenderse por la falta de asistencia del edil que vive en otra isla.

Los alcaldes de Gran Canaria que viven en un municipio diferente al que gestionan mantienen que ese hecho no les resta tiempo para sus labores de gobierno, aunque no deja de ser llamativa la elección del lugar de su casa.