Mucho antes de ponerse en práctica la loca "MORATORIA" he venido criticando su implantación. Mis argumentos siguen siendo los mismos y por ese motivo me propongo recordarlos:

El intervencionismo político en la economía solo debe practicarse para regular lo imprescindible, pero nunca para controlar la demanda, toda vez que el mercado es más sabio, imparcial y justo.

Los que dictan los pasos a seguir son personas que normalmente no gestionan propieda-des o negocios propios. Luego, su desconocimiento del riesgo y la demanda solo pueden ser teóricos.

El control ejercido por cargos públicos profesionalizados representa un poder extremadamente goloso que puede beneficiar y perjudicar de forma notable a inversores y a sus colaboradores de forma directa o indirecta.

El empresario sabe mejor que nadie dónde y cuándo debe invertir, y en cualquier caso arriesga su propio patrimonio. Sin embargo, el cargo público manipula el dinero ajeno y, en el peor de los casos, se arriesga a la crítica efímera.

Proteger a quien no ha invertido y actualizado su amortizada propiedad significa una injusta revalorización de la misma.

Retrasa e impide elevar el nivel de nuestra oferta, ya que no es necesario renovar porque impedimos la entrada de nuevos actores económicos. Conseguimos con ello el deterioro del destino.

Por todos estos motivos la discusión sobre si cuatro estrellas o cinco, o lo que sea, me parece inútil porque solo pretende beneficiar a los establecidos o perjudicar a los que quieren iniciarse en el sector. Por lo tanto niego la mayor. La decisión debe estar en manos del inversor que es quien asume el riesgo y si se equivoca es él quien paga las consecuencias. Por lo tanto, la categoría del establecimiento la debe definir, como sucede en todos los países, el empresario inversor.

El argumento que se suele utilizar para justificar tal aberración, es que no podemos urbanizarlo todo destrozando el territorio. Les recuerdo que el espacio ocupado por la zona turística en Gran Canaria está en torno al 2 % y los mayores destrozos paisajísticos se han producido fuera de las zonas turísticas, que es donde el amiguismo y otras inconfesables razones han esparcido construcciones en suelos no calificados. Por otra parte, los planes urbanísticos ya son suficientemente restrictivos y los proyectos pasan por tal número de filtros que, si se construye algo irregular, es fácil pedir responsabilidades.

Los pueblos libres están compuestos por ciudadanos, los tutelados son más pobres y los componen súbditos.

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