"Antes te ibas de fiesta a Tirajana o dónde sea y te podías acostar de noche al lado de una tunera o debajo un mato con la cartera llena. Pero ahora la cosa es distinta". José Reyes Vega, 65 años, morral de pellejo de cabra que le compró a "cho Pepe", cuchillo al cincho y cachorro de fieltro se acercó ayer con unas yeguas, unas machorras y dos ovejas a la feria de ganado de Arbejales. Por José Reyes no lo conoce ni el barbero. A él le llaman Temporal. "Fue por un día haciendo la presa de Aríñez que crucé el barranco de risco a risco colgado de un cable que se había partido. Hice zis, zas, rian, y entonces la gente dijo, coño este hombre es un temporal. Y así me quedé".

Ayer en Arbejales, Teror, el único temporal era el de Reyes, porque el sol y una suave brisa de apenas intensidad 0,1 se apuntaban a celebrar el centenario de la colocación de la primera piedra de su iglesia. Una iglesia de campeonato. Juan de Dios Ramos Quintana, alcalde de la villa, confesaba en la puerta del templo, "que parece grande para un pueblo chico", una dimensión que fue alcanzando durante años de trabajo del vecindario en peso, "que ayudaban echando una mano todos los fines de semana". Ayer mismo se descubría un placa en nombre de Juan Quintana Quintana, o Juan el Santo, como se le conoce más popularmente, que fue "el que habló con el obispo Marquina para sacar adelante el proyecto" . Juan de Dios habla de el Santo con conocimiento de causa porque él se crió en los mismos veredos.

No era ayer un Sagrado Corazón cualquiera. Venía el obispo Francisco Cases. "Y hasta el Ejército", subrayaba Carmelo Déniz Pérez, de 78 años, sentado en un banco a babor del puesto de los algodones de azúcar. Pero a Déniz lo que le pasmó fue la romería de la víspera: "En la juventud mía, mire usted, teníamos la alegría con un par de vasos de vino. Hoy vienen con bolsas, mujeres y hombres", apuntaba con su bastón al cielo rascando una hipotética respuesta.

Ahora sí que viene el obispo.

Se baja de un coche y sale pitando como en secreto hacia atrás, a la puerta de la sacristía con herramientas de predicar en una caja. En un visto y no visto se materializa de nuevo en la puerta de la gran iglesia de Arbejales ataviado de obispo propiamente dicho. La parroquia desde dentro echa un vistazo a la cancela, observa entre los humos del incienso la mitra en lontananza y el báculo firme, y la Coral de la Vega de San Mateo arranca por un "cantando vienen con alegría, Señor".

Cases felicita a la feligresía por el cien cumpleaños y le dice , "que en el que muestra el corazón no hay mentiras ni medias verdades", provocando adhesiones y asentimientos varios en la concurrencia.

Terminada la eucaristía arramblaron por el trono tapizado de anturios con aliños de cycas revolutas para orear la imagen en procesión, con la Unidad de Música del Grupo del Cuartel General del Mando Aéreo de Canarias dando boato. Tras el recorrido, sarta de voladores, con la que se dio por concluida, por el momento, la fiesta de Arbejales. El próximo sábado habrá más con la muy parrandera Jornada de Taifas.