Frente a la falta de recursos económicos que presentan muchas familias en los alrededores del barrio teldense de La Rocha, el equipo directivo del instituto José Frugoni Pérez ha puesto en marcha un banco de alimentos para los alumnos que muestran síntomas de carencias nutritivas. La iniciativa, que ha beneficiado a más de 30 niños procedentes de barrios como El Ejido, El Caracol o La Barranquera, ha recolectado más de 300 kilos de alimentos en este curso escolar que acaba de terminar gracias a la donación de empresarios y particulares del municipio.

"Nos encontramos con niños que mostraban claros signos de fatiga y desconcentración en horario escolar", explica Conchi Medina, coordinadora del área de solidaridad del centro, y "desde que algunos de los alumnos afectados nos dijeron que habían dejado de comer en algunas ocasiones para que lo pudieran hacer sus hermanos, pusimos en marcha la recogida de alimentos", añade Conchi.

Para el reparto de los donativos, esta profesora se pone en contacto discretamente con los padres que reúnen el perfil para percibir la ayuda. Una vez citados en el centro, se les distribuye quincenalmente la comida de manera equitativa con respecto a las demás familias participantes, priorizando los productos que más necesitan. También hay familias que solicitan directamente la ayuda al centro, caso de José Ángel Rodríguez, que es padre de un niño de 3º de la ESO y está desempleado hace más de cuatro años. "Mi situación económica es insostenible, por eso he tenido que recurrir a este subsidio, que me proporciona alimentos básicos para mantener a toda mi familia durante una semana al mes", señala este vecino del barrio de San Gregorio.

Legumbres, leche, papas, gofio, pasta, conservas así como productos de aseo personal o de limpieza del hogar son los suministros que algunas empresas sensibilizadas con la causa han donado al centro en este último trimestre. Víctor Monzón, gerente de la empresa Inventia Plus, con sede en la playa de Salinetas, asegura que no pudo resistirse a colaborar en esta recogida de alimentos tras conocer a través de un correo electrónico la precaria situación económica que padecían las familias afectadas. "En la empresa pusimos en marcha dos modalidades: la primera, en la que cada empleado pudo donar directamente alimentos y, la segunda, en la que se hizo una recolecta de dinero común que se invirtió en una compra de enseres básicos, como pasta de dientes o lejía", comenta el empresario.

El Cabildo de Gran Canaria es una de las instituciones que ha respaldado esta iniciativa, mediante el envío semanal de frutas y verduras frescas. "Una de las profesoras del instituto colabora en los huertos del Cabildo, ubicados en el municipio, por lo que gracias a ella conseguimos que una institución pública nos respaldara. Aún así necesitamos más implicación por parte de la administración", apostilla Medina a la vez que recuerda que la última entrega de alimentos se hará a final de este mes y que a partir de septiembre se reanudará la actividad. "Serán bienvenidos todos aquellos que quieran aportar su granito de arena a la causa", puntualiza la docente.

Solidaridad entre alumnos

Durante este curso académico el centro organizó una especie de mercadillo en las horas de recreo, donde los alumnos llevaban sus libros antiguos y los vendían por un euro. Así se financiaban desayunos para algunos niños. Además, el equipo directivo asignó a cada clase traer mensualmente un producto de forma voluntaria, que se sumaría a la recolecta general. T.Ll.