Los terorenses disfrutaron de la romería a San Isidro y sortearon la canícula con viandas y todo tipo de líquidos. Unas treces carretas, precedidas por la imagen del patrón de los agricultores, realizaron el camino desde el Castañero Gordo hasta la Basílica. Los romeros reconocieron que en esta fiesta conocida como ´el Pino Chico´ disfrutan más que en la de la Patrona, la Virgen del Pino. Teror fue sólo para los lugareños, y que aprovecharon para sacar los evolucionados carros, que casi parecen minibares.Tras acabar la ofrenda al santo, hubo fuegos artificiales y baile de taifa en la Plaza de Sintes.

"Esta romería de San Isidro es para divertirnos los de Teror y la de El Pino es para que se diviertan los que vienen de fuera" explicaba ayer en la bajada del Castañero Gordo Cándido González. Este vecino, que se implicó en la política de este municipio, y ahora ya jubilado toca , "al oído" , la guitarra en la agrupación El Recinto, confesó que él y muchos que "ya peinan canas" se quedan en casa en la romería a la Patrona porque es imposible disfrutar y pasar un buen rato debido a la gran cantidad de personas que acuden ese día a la Villa Mariana. Y no le faltaba razón, porque ayer era fácil transitar por este pago, y además a las siete de la tarde aún muy pocos terorenses, se atrevían a asomarse a la calle dado el aire caliente que aún se respiraba. Pero aún con la canícula, que llegaba a 35 grados, según el termómetro instalado en la entrada al casco, este romero apuntaba que "hasta el calor se olvida cuando se trata de pasárselo bien". Con todo, admitió que este año la Fiesta del Agua ha coincidido con una semana de mucho sofoco.Como siempre, los ganaderos y sus yuntas fueron los más madrugadores, quizás a sabiendas que sin ellos, no podían arrancar las trece carretas. Pero, como en esta ofrenda conocida ya como ´el Pino Chico´ no fija la hora de salida la televisión, la carreta con la imagen de San Isidro salió rumbo a la Basílica de Teror cuarenta y cinco minutos después del horario previsto.

Minibares portátiles

En ese momento, los terorenses enfudados con las galas típicas comenzaron a tirar de sus carros, cada vez más trabajados, y atiborrados hasta arriba de todo tipo de alimentos y bebidas para aguantar hasta el amanecer. Empezaron siendo carros de supermercados engalanados para la ocasión, pero se han convertido en una especie de minibares portátiles de uso explusivo para esta celebración, pues se sacan en la festividad del Pino.

´La turronera´ era el nombre del carro despensa de Samuel Suárez. Con esta caja de turrones a la que se le incluyó batería de coche, radio, altavoces, candil , nevera y barbacoa, así como unas buenas ruedas porque las primera se reventaron al poco de arrancar, este joven de Teror y sus quince amigos disponían de chuletas, huevos duros, pan y chorizo de la comarca, papas arrugadas y tortilla. Por solo quince euros, según señaló Jorge López, tenían asegurado el convite no sólo durante la romería sino mientras se alargara el espectáculos de fuegos artificiales y el baile de taifas en la Plaza de Sintes.

También los hermanos Eliseo, Alberto y Héctor Arencibia Medina,junto a Carlos Cárdenes Quintana realizaron este año alguna mejora a su carro. "Para ahorrar hemos puesto bombillas led" comentó Alberto Arencibia, que en el diseño de la despensa ´Pa la romería´ ha demostrado su habilidad y finura como carpintero. En este caso los víveres se habían calculado para atender a 40 amigos, y también la cuota era de 15 euros. Según explicaron cuando las morcillas, chorizos, pan, y papas arrugadas desaparecieran tenían previsto cocinar una paella. Además, contaron que están muy organizados para regresar a casa con esta especie de barra de bar, ya que primero desmontan todas las piezas y luego la colocan en un furgón. De esto se encargan con mucho esmero, y da igual que sean las cinco de la mañana, los tres hermanos. Aún así, aseguraron que vale la pena ir de fiesta con este artilugio, que nace hace ocho años tras el cansancio de tomar prestado cada año un carro de algún supermercado cercano. Cerca de las nueve de la noche tenía lugar la ofrenda al santo junto a las puertas de la Basílica. Apenas se notaba el fresco, pero la noche se tornó más agradable y la Plaza de Sintes se llenó de música, bailes y de fuegos artificiales.