Una instalación que no deja de crecer. Pese a que la construcción de la nueva pista está retrasada casi sine díe, el Aeropuerto de Gran Canaria no ha dejado de crecer.

Con la misma longitud, pero de menor anchura. La nueva huella sonora del Aeropuerto de Gran Canaria se ha hecho un lifting en los últimos años. Ahora bien, con esa supuesta operación de cirugía estética no están para nada de acuerdo los distintos municipios que sufren con mayor virulencia la expansión del aeródromo y el handicap que conlleva su incesante tráfico aéreo.

En el Sureste llevan años reclamando que esas servidumbres acústicas no ignoren una realidad: que los niveles altos de ruido hacen dura, muy dura, la vida en núcleos situados a menos de un kilómetro de las cabeceras de sus dos pistas. En Las Majoreras y en El Burrero, ambos barrios en Ingenio, imaginarse un día sin el trajín de los reactores es una misión harta imposible. En núcleos ubicados más al sur, como Las Rosas, Montaña Francisco, el Cruce de Arinaga o el polígono industrial del mismo nombre, las afecciones son también significativas.

Pero AENA y sus gráficas no lo entiende así. Sus líneas isofónicas esquivan con curiosa maestría las viviendas donde cerca de 2.700 familias soportan desde hace años, a distintos niveles, el estruendo que generan los motores de los Boeing 737 y los Airbus 320 durante las maniobras de aproximación y despegue. Estos dos modelos suponen el 34% del total de la flota de aviones que en 2011 posaron sus ruedas sobre las pistas 03L y 03R, con 106.233 operaciones. Otro 41,5% de estos movimientos lo protagonizaron los conocidos ATR-72 con los que Binter opera.

Los alcaldes de Ingenio, Agüimes y Santa Lucía de Tirajana no entienden de estadísticas tan exhaustivas. Sus vecinos tampoco. Sólo quieren que Fomento reconozca que las condiciones que padecen exigen la toma de medidas directas sobre el terreno. La más contundente, habitualmente la más efectiva, es la que contempla la sustitución de puertas y ventanas en los domicilios por materiales aislantes. Para que el Estado financie esa intervención, la casa en cuestión debe estar dentro de la famosa huella. Y si no se está bajo esa huella, no hay nada que hacer.

Antonio Morales, regidor de Agüimes, lo tiene claro. "Hacen trampa", sentencia. "Las servidumbres aeronáuticas, que son las que te impiden construir, las expanden sin problemas. Pero cuando se trata de poner la huella acústica, la hacen muy pequeña. Quieren insonorizar el menor número de casas para ahorrarse el mayor número de euros posibles", detalla. En la villa no se han quedado de brazos cruzados. Hace años encargaron un estudio, con sonómetros de por medio, a la propia Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Los datos que obtuvieron no casaban con los de AENA. Morales es consciente de que la huella en sí "no limita la construcción y el desarrollo del municipio, pero sí que la condiciona. Si tienes un terreno por donde pasan los aviones y quieres construir, te vas a tener que gastar más dinero que si estuvieras en otro punto. Los materiales aislantes son más caros", razona. Sus peticiones han conseguido que comiencen a acondicionarse varias viviendas de la urbanización Oasis y de Vargas, pero no todas. Luego están las afecciones mayores, las que provocan las otras 11 servidumbres que impone Aviación Civil. Con ellas, levantar un parque eólico en esta esquina de la isla es una quimera. Y en Ingenio esto no se puede imaginar ni en el más fantasioso sueño.

Indemnizaciones

Las limitaciones son tales que el Ayuntamiento de Agüimes, donde no se han cansado de presentar alegaciones, ha optado por la vía judicial, reclamando el pago de "indemnizaciones de varios millones de euros" recalca su máxima autoridad política, "porque cada vez que quieres hacer algo y sale un nuevo documento a exposición pública es una tortura. Los trámites son interminables".

En Ingenio, el famoso documento -de 54 páginas, anexos y treintena de planos aparte- tampoco es que levante pasiones. Al menos en él sí que hay algo que le gusta a Juan José Gil, el alcalde. O dicho de otra manera: falta algo y esa circunstancia es de su agrado. Se trata de la huella acústica de la tercera pista, la segundo de uso civil por la que tanto vienen pleiteando en Ojos de Garza. Gil siempre ha defendido con uñas y dientes que ese campo de vuelos es innecesario. "¿No viene ahí? Pues me alegra. Me alegra mucho de que ni siquiera en el mapa de ruidos se contemple. Eso da al traste con las críticas que hace dos años me lanzaron, cuando me bautizaron como el chico rebelde del Sureste", acertaba a declarar a LA PROVINCIA el viernes.

Respaldado por sus socios de gobierno de Agrupa Sureste, Gil no tuvo reparos en encararse con su partido, el PP. Hoy, con el debate hibernando por los retrasos que sufren las grandes inversiones de AENA en los aeropuertos, el conflicto renace. Al alcalde se le pide su opinión y este lanza un torbellino de ideas. Utilizar más medios tecnológicos, reorganizar el tránsito de aparatos en pista y, por supuesto, dar cobijo bajo la mancha a los núcleos más cercanos a la misma. "En eso no vamos a ceder un punto. Es indignante que El Burrero siga fuera pese al escándalo que montan los aviones, sobre todo los militares con sus maniobras. Si allí no hay ruido, que venga Dios y lo diga. Las pruebas de motores son impresionantes", resalta.

18 alegaciones

En la villa no han perdido el tiempo. En 2011, cuando una orden ministerial con actualización de planos seguía ignorando sus demandas, prepararon una batería de 18 alegaciones a ese ´simulacro´ de revisión del mapa de ruidos de 2007. Entre otras cosas, los técnicos municipales reprocharon a AENA que tomase mediciones de decibelios de manera obsoleta, con técnicas que obviaban fenómenos como la dirección del viento y la temperatura. Cuestiones que, aunque suenen extrañas para algunas, influyen en la forma en la que el ruido se propaga.

"A la mayoría de esos escritos no nos respondieron. Y nos rechazaron otros cuantos por inviables", rememora. Con todo, lo tiene claro: "A este nuevo documento también presentaremos alegaciones. Nos gustaría buscar soluciones en los despachos, pero me temo que al final vamos a acabar en los juzgados. Lo que no puede ser es que tengamos un colegio, el Barrio Costa, donde cada vez son más los niños que tienen problemas de pérdida de audición y no se tomen cartas en el asunto", detalla. Y avisa: "No voy a tolerar que se ponga en tela de juicio la calidad de vida de los vecinos".

La suya ha sido la localidad en la que en más viviendas se han actuado: casi 260 desde que en 2006 se fraguase el primer Plan de Aislamiento Acústico. Ahora bien, aquel boom de marcos y cristales especiales por doquier pasó a mejor vida. "Desde 2009 sólo han insonorizado cuatro casas. Se están riendo de este municipio".

Las servidumbres radioeléctricas, aeronáuticas, de ruido y de la nueva horizontal interna de Gando afectan al 82% del suelo de Ingenio y el resto, que incluye el barranco de Guayadeque y El Draguillo, es espacio natural protegido. En más de una ocasión, el primer teniente de alcalde y concejal de Asuntos Aeroportuarios, Domingo González, ha señalado que "la mayoría del suelo de Ingenio está intervenido por Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), con lo que no se puede hacer nada sin su autorización".

Los grupos de gobierno de esta villa y la vecina de Agüimes discrepan de las valoraciones firmadas desde Madrid. "La huella de ruido debe incluir a 17.000 viviendas de Vecindario, Cruce de Arinaga y Carrizal", ha denunciado Domingo González con fruición.

Telde y Santa Lucía de Tirajana lo tienen un poco mejor. En la ciudad de los faycanes lo que quita el sueño a vecinos y clase política es esa espada de Damocles llamada tercera pista. Lo de convivir con ruido lo tienen más que asumido. No hay más que ver la postura de los vecinos de la playa de Ojos de Garza, encantados con que se reconstruyan sus viviendas apenas 70 metros tierra adentro. Allí, el rugir de los grandes jumbos será igual de intenso que ahora.

En esta cala y en la cercana de Tufia ya se han remozado más de un inmueble.

Santa Lucía de Tirajana, con mucho suelo por desarrollar entre la autovía GC-1 y Pozo Izquierdo, se lamenta del duro handicap que supone estar en plena trayectoria de descenso de los aviones. No tienen muchas casas afectadas -si acaso, y no siempre, el núcleo de Pozo Izquierdo cuando los F-18 hacen virguerías tras despegar de Gando- pero lo que sí que soportan es un histórico lastre prácticamente imposible de soltar.

Sin parques eólicos

"El Aeropuerto de Gran Canaria y nosotros estamos condenados a coexistir y a entendernos", razona Dunia González, concejala de Urbanismo del consistorio suroriental. "Lo triste es que, desde siempre, la posición del Gobierno central haya sido superior a la nuestra, deteniendo tanto nuestro Plan General de Ordenación como el Plan Insular. No comprendo cómo no podemos dar salida a esos terrenos y cómo se nos impide construir parques eólicos en una zona de gran potencial. Es un verdadero desgaste", confiesa. Sea como fuere, retumban de nuevo tambores de guerra. En un bando, las quejas vecinales y el respaldo unívoco de sus representantes políticos; del otro, una batería de cálculos estadísticos, de gráficas y de estadillos sacados de una realidad dibujada a golpe de trazos curvos. Las que perfilan las isófonas que, metro arriba, metro abajo, delimitan el espacio sobre el que el Fomento está dispuesto a gastarse los cuartos.