La música, la fiesta, las comidas en grupo y, como colofón, las carreras hacia el agua cuando suena el volador en busca de los mejores pescados. Esta es la fiesta del Charco, como se entiende desde hace muchos años por el pueblo. Pero en esta ocasión con una nota trágica, y otra positiva para la imagen del pueblo.

El Ayuntamiento de La Aldea de San Nicolás tenía previsto guardar la pasada noche un minuto de silencio en la gala del charco en recuerdo del contratista que falleció en un accidente con su autogiro, y que empañó de luto El Charco de 2013.

El empresario José Juan del Toro Valencia, de 50 años, falleció ayer, después de desplomarse y arder el autogiro en el que volaba en el barrio aldeano de El Pinillo. La copiloto, su mujer, Antonia Díaz, resultó herida de carácter grave por las quemaduras de segundo grado que presentaba en la espalda, manos y pies. La herida tenía quemaduras en el 45% de su cuerpo, por lo que fue trasladada en helicóptero al Hospital Doctor Negrín, pese a salir despedida de la aeronave. Los médicos tienen previsto evacuarla hoya la Unidad de Quemados del Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla, en una avión medicalizado del Servicio de Urgencias Canario (SUC).

El trágico accidente aéreo sucedió sobre las 12.15 horas en la citada zona, donde se concentran fincas agrícolas, entre ellos unos invernaderos de su propiedad, y a unos 50 metros del lugar donde despegó el autogiro y a casi siete kilómetros de la playa donde se celebró ayer la fiesta del Charco. A esa hora, la banda amenizaba el baile en el muelle.

Según varios testigos, el autogiro golpeó dos veces después de despegar: la primera, contra el tejado de un inmueble abandonado; y la segunda, contra el suelo. No hubo explosión. Al parecer, la mujer salió expulsada de la aeronave y caminó unos 100 metros, antes de desplomarse al suelo.

Tras la llamada de alerta al Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (Cecoes)-112, Bomberos del Consorcio de Gran Canaria acudieron al lugar, como también lo hicieron un helicóptero medicalizado y ambulancia sanitarizada del SUC; un médico y un enfermero del centro de salud de La Aldea; agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil, y miembros de Protección Civil. Asimismo, fue la Policía Judicial de la Guardia Civil e inició la investigación.

Los bomberos apagaron las llamas en el autogiro, refrescaron el lugar y sacaron el cuerpo sin vida tras la orden de levantamiento del cadáver por parte de la autoridad judicial.

El médico y el enfermero del centro de salud, junto al personal de la ambulancia, asistieron a la herida, que estaba fuera del autogiro, que fue evacuada en el helicóptero medicalizado del SUC al Hospital Doctor Negrín.

Los restos del autogiro quedaron en el lugar, precintados, a la espera de que la Comisión de Seguridad Aérea analice hoy las posibles causas. Los investigadores no descartaban ninguna hipótesis respecto al motivo del accidente, aunque se baraja la posibilidad de que sufriera una ráfaga de viento que provocó la caída de la aeronave, o bien un fallo mecánico.

José Juan del Toro que era muy conocido en el municipio, tenía previsto volar en el autogiro durante el día de ayer para poder contemplar desde el aire los actos festivos y, por la tarde, el charco.

Helicóptero teledirigido

A pesar de todo, la fiesta continuó. Y con una buena noticia para la imagen del pueblo con la presencia de Francis Lorenzo, el actor de películas como Las cosas del querer, La pasión turca y Tirano banderas, y, sobre todo, de series como Médico de familia, Compañeros o Mis adorables vecinos. Y en estos momentos una de las estrellas de Águila Roja, con su papel de malvado que realiza con el comisario Hernán Mejías, que se integró como un aldeano más en el charco.

Junto al equipo formado por una decena de personas grabó esta fiesta para un nuevo programa de televisión que llevará por título 'A ras de suelo', que desde el martes de la próxima semana mostrará en Televisión Española muchos rincones, fiestas y lugares desde una imagen distinta. Para ello emplearon un helicóptero en miniatura teledirigido con ocho hélices con una pequeña cámara incorporada que ha venido tomando imágenes de lugares como La Alhambra de Granada, la Catedral de Santiago, la Sagrada Familia y hasta las alturas del Teide. Y ahora de La Aldea, su gente y esta celebración más exportable.

El programa durará una hora, dividido en piezas de 15 minutos, que es lo que se verá de La Aldea. "Hemos estados hablando con familias que participan en estas fiestas", señaló el actor antes de sonar el volador, mientras posaba para innumerables fotos de seguidores. "Se verán imágenes como nunca se habían visto, pero nada que ver con las imágenes desde un avión", señaló respecto al programa.

Pero no solo vivió el espectáculo desde fuera, sino que se visitó con ropa de nuestros abuelos, se lanzó al agua y se embarró como el que más. Y siempre con una sonrisa en la cara, dejándose querer en todo momento con los asistentes.

Uno de sus compañeros reconocía que nunca había visto una fiesta semejante, pese a que ha vivido muchas en nuestro país y fuera.

El Charco reunió en esta edición a unas 10.000 personas, según las estimaciones del Ayuntamiento de La Aldea. A pesar de que en esta ocasión se celebró un día entre semana, la afluencia de personas fue muy similar a años pasados.

Unos minutos antes de las cinco de la tarde la Banda de Agaete comenzó a tocar sus instrumentos para acompañar al alcalde, José Miguel Rodríguez, que con el volador en la mano se encaminó hasta la orilla del agua, donde ya se apostaban miles de personas detrás de la línea blanca. Y fue sonar el petardo para que niños y mayores, mujeres y hombres, ataviados con ropa tradicional y utensilios de pesca y otros con vestimenta veraniega, se lanzaran como locos hacia el agua.

Según algunos participantes, en esta ocasión había menos peces que en otras ediciones. El concejal de Cultura, Víctor Suárez, defiende en cambio que se botaron los mismos 100 kilos de peces que en ediciones pasadas. La única explicación es que había más cantidad de agua por la marea llena y podían estar más al fondo, con lo cual se hizo más difícil sacarlos.

La pieza de mayor peso fue capturada este año por Francisco Llarena, con un pescado de 700 gramos. Mientras, Remigio Suárez se llevó al galardón al mayor número de piezas, ya que cogió una decena, y Bernardino Navarro el de mayor volumen de capturas, ya que en conjunto sacó del agua unos 3,3 kilos en distintas piezas. Cada uno se llevó un premio de 100 euros, tal y como tiene establecido el Ayuntamiento.

Junto a ellos, muchas familias. Ágora Suárez y Heser Trujillo estuvieron a punto de atrapar el mayor ejemplar. El suyo dio en la báscula unos 600 gramos y, aunque no recibió una recompensa económica, sí sirvió de orgullo para sus pescadores. El año pasado ella atrapó varios ejemplares, pero todos de pequeñas dimensiones y terminaron de nuevo en el agua. Son vecinos de La Aldea, y para ellos es una enorme satisfacción. Y la muestra más clara es que no paran de enseñarlo a todo el mundo que se encuentra a su paso. Además de cumplir con la tradición e ir vestidos con ropa de sus antepasados, emplearon una red para la captura.

Los hijos de Dominguita Luján y Fernando Godoy llevan su propia fiesta entre tanta gente, pero ataviados con la vestimenta tradicional. Viven en el barrio de El Hoyo, y llevan ya varios años regresando a su casa familiar por estas fechas para disfrutar de uno de los actos estelares de las fiestas patronales de San Nicolás. "Me gustaría hacer un llamamiento para que vengan todos vestidos", resalta una de las personas del grupo.

Una exigencia que también cumplen Juan Ramón Cabrera, Molu Ali y Carmelo Guerra, que hace un año ya cogieron cuatro lisas en esta batalla en el agua. "Una de ellas se subió por el pantalón, pero también cuenta", señalan estos jóvenes entre risas.

Tres generaciones de la familia Suárez Viera se dan cita en esta fiesta. Con sus cestas de mimbre, Paco y Paco Suárez (padre), Elisa, Lorena, Ariadna e Ingrid asisten un año más con el reto de atrapar las mejores piezas. Residen en la zona de La Cardonera, y ante la pregunta de quién atrapa más piezas, las pequeñas se aventuran a levantar a la vez la mano.

A unos metros, un enorme grupo de personas acaban con una paella para 100 personas que, como sucede desde hace casi tres décadas, cocina José Miguel (Pepe el chícharo), propietario de un restaurante de Valsequillo. Lo que fue un pequeño encuentro es ahora toda una tradición.

Y, aprovechando el evento, en el parque, el grupo Profor Canarias recoge firmas para el denominado céntimo forestal para repoblar 90.000 hectáreas en Canarias, mediante la reserva de esa cantidad por litro del impuesto de carburantes. Es otra parte de la fiesta.