Su construcción fue un símbolo del cambio que experimentó Telde entre 1999 y 2003, pero, en su caso, el resultado fue fallido. El concejal de Patrimonio Municipal del consistorio teldense, Pablo Rodríguez, se ha propuesto 'resucitar' a esa especie de cadáver en el que se ha reconvertido las ramblas urbanas de Arnao, que supuestamente deben ejercer de nexo de unión entre San Juan y San Gregorio y que, en la práctica, es hoy día un obstáculo físico al que los vecinos del casco no otorgan uso alguno.

Rodríguez entiende que gran parte de esta circunstancia obedece no sólo al hecho de que los cuatro quioscos que allí se colocaron permanezcan cerrados, sino a que el bulevar, tal y como hoy está concebido es un lugar inhóspito carente de atractivos. De ahí que haya encargado un estudio a los técnicos municipales para tratar de dotar a este espacio de vida.

Entre las medidas que se pretenden ejecutar en este enclave en colaboración directa con Servicios Municipales (Fidel Ruiz) y Parques y Jardines (Agustín Pérez), el edil subraya el importante cambio que puede experimentar esta estructura longitudinal una vez que se coloquen setos en sus parterres. "Aislará al espacio central del incesante tráfico de vehículos y se transformará en un espacio más íntimo, algo así como una alameda", detalló.

A ello contribuirá la recolocación de una serie de bancos y papeleras que hoy en día, junto a varias pérgolas que no tienen mantenimiento, se encuentran "mal distribuidos y expuestos al sol mientras hay zonas de sombra dando al interior de la rambla que carecen de bancos", matiza el informe.

Rodríguez apuesta por reubicar cuatro de ellos, "todo con operarios municipales y sin provocar gasto alguno". Pero lo más llamativo es el deseo del grupo de gobierno que conforman PP, Ciuca y CC de volver a sacar a concurso los locales de la rambla, que permanecen cerrados a cal y canto desde hace años. A los cuatro ya conocidos se les sumará un quinto que estaba almacenado en la Concejalía de Festejos y que se habilitará frente a las paradas de guaguas dispuestas en uno de los márgenes de la rambla. En torno a este y a los restantes, que se alquilarán a precios ventajosos, nacerán zonas de ocio y esparcimiento, con pequeños juegos infantiles y lugares que inciten a una lectura plácida.