Gran Canaria tiene unos mil yacimientos prehispánicos, pero muy pocos vestigios que interpreten los primeros años tras la Conquista, en la que indígenas y castellanos eran coetáneos, sometidos los primeros por los segundos en régimen de esclavitud.

Como en el antiguo, muy antiguo, ingenio azucarero de Agaete, fundado por el conquistador de Tenerife Alonso Fernández de Lugo y traspasado posteriormente a Francisco de Palomares y Antón Cerezo, descubierto por la empresa Arqueocanarias en el año 2005 como consecuencia de los estudios arqueológicos previos a la urbanización de Las Candelarias, que se encuentra en el lado de poniente del barranco de la villa.

El Cabildo de Gran Canaria se ha propuesto en un plazo de unos cinco años, y tras una inversión de 1.300.000 euros dotar a los vestigios de unas instalaciones museísticas que expliquen no solo la antiquísima mecánica del trapiche azucarero, que data del año 1494, lo que lo convierte en una de las fábricas de su tipo más antiguas del mundo, sino también cómo era la convivencia entre los antiguos canarios y los europeos en esos primeros años de ocupación.

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