El garaje de la comisaría de la Policía Nacional de Telde se ha convertido, con tatami incluido, en un improvisado ring de luchadores coreanos. Desde hace menos de un mes, una treintena de efectivos se entrenan en las tradicionales artes marciales del país asiático con el fin de mejorar su defensa personal y reducir el uso de las armas en su labor diaria. Un maestro cinturón negro octavo Dan supervisa los entrenamientos.

A la Policía Nacional de Telde pocos detenidos se le resisten. Con la misma que hacen un teriguis (golpes en los puntos vitales del cuerpo), un kokis (una luxación de muñecas) o un ton-jiguis (ruptura de cuello) pueden inmovilizar a los sospechosos con el sistema de esposas tradicionales.

De manera voluntaria y "por eso de que a veces vale más la maña que la fuerza", la plantilla teldense de efectivos se sumerge en el mundo de los guerreros asiáticos a diario de la mano del maestro cinturón negro octavo Dan (rango, en la nomenclatura coreana) en hapkido, Bang Kyung Won.

"Todo comenzó un día que vi una película de Bruce Lee y me dije a mi mismo: Voy a practicar a ver si me hago igual que él", confesó ayer el policía Alejandro Mena, uno de los precursores de la iniciativa. En busca de alcanzar su reto personal Mena entrenó en el gimnasio de Won durante 12 años y desde hace menos de un mes enseña al resto de sus compañeros un arte marcial que posee más de 10.000 técnicas diferentes y otro tanto de combinaciones. Llaves, patadas y piruetas que actúan directamente en los puntos flacos de los oponentes y les dejan inmovilizados al instante casi sin causar pestañeo alguno en sus practicantes. Además de fomentar el espíritu de grupo, las clases de hapkido suponen una herramienta de defensa para los policías con la que controlar a los detenidos sin necesidad del uso de armas.